BBC Mundo
Eva y Fabiola tienen la misma edad, 26 años.
Aunque nacieron en Rusia y Brasil siguieron caminos paralelos hasta acabar en el mismo lugar: forzadas a ejercer la prostitución en España.
Eran jóvenes y vulnerables. Dejaron sus países con la ilusión de un trabajo y una vida mejor, pero fueron engañadas.
El dinero que generaban se lo llevaban sus proxenetas y durante un tiempo vivieron amenazadas y encerradas en prostíbulos.
Son mujeres sin identidad, víctimas de la trata internacional con fines de explotación sexual.
Protagonistas invisibles
La mayoría de la gente ni siquiera se imagina las condiciones reales en las que viven personas como Eva, Fabiola o las figuras borrosas de la foto que ven a continuación.
Son personas como usted y como yo, y sin embargo ellas son imperceptibles para las sociedades que las explotan: viven en una especie de ilegalidad consentida, forzadas a la servidumbre sexual.
Por si eso no fuera suficiente, pertenecen a ese desafortunado club de víctimas que no importan a nadie, entre otras razones porque son mujeres, pobres y extranjeras.
A los ojos de un desconocido, no son más que prostitutas.
Y la combinación de estos ingredientes resulta en la fórmula perfecta para un negocio redondo: seres humanos que no importan a nadie y que dan mucho dinero a muy bajo riesgo.
La "nueva" esclavitud
Por la naturaleza misma del negocio no existen estadísticas precisas.
No obstante el departamento de Estado estadounidense calcula que cada año en el mundo unas 800.000 personas caen víctimas de la trata internacional con fines de explotación, que incluye diferentes tipos de abuso, como la explotación laboral y sexual y el tráfico de órganos.
En cuanto a explotación sexual se refiere, Europa Occidental es uno de los grandes destinos de la trata internacional.
Según Naciones Unidas, España está entre los 10 países de la región con una incidencia más alta de este delito.
Pero el mismo tipo de explotación sexual que hay en España se está dando también las 24 horas del día en países como Estados Unidos y Japón.
En efecto, esta forma de esclavitud moderna afecta virtualmente a todas las naciones del mundo, que se clasifican como países de origen, tránsito o destino de las víctimas.
Se estima que este gran negocio global, controlado por las mafias del crimen organizado, mueve unos US$10.000 millones al año.
Los enormes beneficios que genera sitúan a la trata de personas en el tercer puesto dentro del escalafón global del crimen, justo después del tráfico de drogas y de armas.
En estas páginas, BBC Mundo recoge las experiencias de las mujeres olvidadas que caen víctimas de estas redes.
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