(AFP) – hace 28 minutos
MONTEVIDEO — Comunicación alarmista, distribución demasiado tardía de antivirales, falta de coordinación de las autoridades: en algunos países de Sudamérica, la región más afectada por la pandemia, cuestionan las políticas adoptadas para enfrentar la gripe porcina.
Varios expertos dudan además de que el cierre de escuelas, planeado en Europa ante la proximidad del otoño, haya contribuido a frenar la expansión de la gripe A (H1N1), que en la región superó ampliamente los casos de gripe estacional.
"Al principio vale la pena cerrar colegios, pero ahora no", estimó el epidemiólogo argentino Daniel Stamboulian.
Cerrar establecimientos escolares tiene una "eficacia reducida", consideró su colega chileno Luis Martínez Oliva, añadiendo que "la contención (la revisión al entrar por el aeropuerto, por ejemplo), es una medida que no contribuye a atajar una pandemia. Su eficacia es baja".
Argentina, que suspendió a inicios de mayo durante dos semanas sus vuelos con destino a México, donde se detectaron los primeros casos del virus, y extendió la duración de las vacaciones escolares de invierno en julio, es actualmente el segundo país del mundo más afectado por el nuevo virus H1N1, detrás de Estados Unidos.
El último balance publicado el 13 de agosto daba cuenta de más de 400 muertos y casi 800.000 enfermos en el país.
La directora del Centro Nacional de la Gripe, Vilma Savy, subraya, por su parte, que su laboratorio "también fue impactado por las consecuencias del virus", ya que hubo empleados que debieron quedarse en su casa para cuidar a sus hijos cuando cerraron los colegios y "faltaron manos".
Jorge Yabkowski, presidente de la Federación Sindical de profesionales de la Salud de Argentina, incluso consideró que la alta mortalidad se explica en parte por errores en la aplicación de políticas públicas frente a la epidemia.
"A mi juicio contribuyó a una tan alta tasa de mortalidad la tardía instrumentación del tratamiento universal con oseltamivir (antiviral comercializado como Tamiflu)" para curar a los enfermos con síntomas de gripe porcina antes de tener la confirmación de que se tratara efectivamente del virus H1N1.
"El pico de la epidemia en el país fue entre el 20 y el 27 de junio, que fue la semana con más muertos e internados, pero el tratamiento se decretó el 29 y se instrumentó el 4 de agosto", dijo Yabkowski.
Según él, Argentina también sufrió la dimisión de la ministra da Salud, Graciela Ocaña, el 29 de junio, un día después de la derrota del gobierno en las elecciones legislativas, lo que provocó una falta de "conducción de las políticas públicas frente a la epidemia y coordinación entre el ministerio de salud nacional y los provinciales" en el pico de la epidemia.
Sin citar a un país en particular, el presidente de la Sociedad peruana de Epidemiología, Martín Yagui Moscoso, estimó que "en otros países a la autoridad sanitaria no se le respetó y el impacto de las medidas tomadas se perdía".
Aunque todos los gobiernos de la región hacen un balance positivo de su actuar, varios expertos critican también la forma en que transmitieron la información sobre la gripe.
"La comunicación de las autoridades fue pésima. Hicieron una conferencia de prensa diaria con el número de casos y el número de muertos sin darles ningún contexto. Sólo sirve para difundir pánico", opinó la argentina Vilma Savy.
"Las personas se asustaron mucho y creían que contraer la gripe A era casi una sentencia de muerte", apuntó su colega brasileño Fabio Franco.
Entre los puntos positivos, el infectólogo uruguayo Eduardo Savio consideró que en su país la campaña de información para incitar a la población a consultar en su domicilio "evitó el colapso del sistema de salud y la transmisión intrahospitalaria del virus".
"Además, hubo mucha disponibilidad de antivirales (...) y hubo un decreto que obligó a los privados a proporcionarlo. Esto fue muy importante".
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