El presidente de Brasil, Luiz Inácio Lula da Silva, remitió una queja al secretario general de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), Ban Ki-moon, tras los ataques contra la comunidad brasileña en el vecino Surinam.
Versiones de testigos señalan que el jueves pasado una turba de unas cien personas arremetió contra el pueblo minero de Albina, destrozando tiendas, vehículos y viviendas de brasileños.
La policía local arrestó a más de 20 personas sospechosas de haber participado en los ataques.
Según el gobierno de Brasil, al menos 25 de sus ciudadanos resultaron heridos.
Las autoridades de Surinam prometieron tomar medidas para garantizar la seguridad de los brasileños en su territorio.
El gobierno del pequeño país sudamericano afirmó que esa comunidad fue atacada con machetes y cuchillos en represalia por el asesinato de un surinamés, presuntamente cometido por un ciudadano brasileño en la víspera de Navidad.
Tensión
El incidente, que ocurrió en Albina, a unos 150 kilómetros de la capital de Surinam, Paramaribo, hizo que Brasil movilizara un avión de su Fuerza Aérea con el objetivo de buscar a las víctimas.
Reportes procedentes de Albina indican que 20 mujeres fueron violadas y que unas 120 personas de diferentes nacionalidades fueron desplazadas al intentar huir de la violencia.
También se informó que la turba quemó y saqueó establecimientos comerciales en la ciudad que se encuentra en la frontera entre Surinam y la Guayana Francesa.
Según la corresponsal del Servicio Brasileño de la BBC, Fabrícia Peixoto, Lula ordenó a la Cancillería de su país reunir tanta información como sea posible, "de manera que las causas del conflicto sean esclarecidas".
Los observadores afirman que en los últimos tiempos han aumentado las tensiones en Albina entre los buscadores de oro brasileños y los lugareños, que sufren una alta tasa de desempleo.
Ricardo Silva dos Reis, un brasileño de 23 años que fue testigo del enfrentamiento, relató que generalmente sus compatriotas "no son bienvenidos en la ciudad y viven bajo una tensión constante".
Dos Reis añadió que, hasta el jueves pasado, pensaba que valía la pena enfrentar el riesgo de residir en un país donde no es bienvenido en aras de la rentabilidad financiera.
"Pero ahora las cosas han cambiado. Esto fue una advertencia".
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