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quarta-feira, 25 de fevereiro de 2009

Crimen entre niños conmueve a Bolivia


Mery Vaca
Mery Vaca
Bolivia

¿Precaria situación económica, noticias difundidas por los medios de comunicación, programas de homicidios y crímenes emitidos por la televisión?, todos estos factores son analizados por estas horas en Bolivia para tratar de entender uno de los crímenes más terribles cometidos en el país andino.

Niño
Según las leyes bolivianas el presunto niño agresor no puede ser acusado de asesinato.

Un niño de 13 confesó haber asesinado a sus dos hermanastros -de 13 y 4 años- y luego escondió los cuerpos con la ayuda de otro menor, un primo de la familia.

La historia que conmueve a Bolivia comenzó un año atrás, en la ciudad de El Alto, cuando Manuel y Lucy se fueron a vivir juntos con sus hijos de anteriores matrimonios.

El miércoles pasado desparecieron los niños Yoselín, de 13 años, y Josué, de cuatro años. Eran los hijos de Lucy, quienes fueron encontrados muertos en un terreno alejado de la urbe.

En el marco de la investigación del caso, la Policía acudió a la casa de la familia este jueves, donde el hijo mayor de Manuel, también de 13 años, en un momento de nerviosismo habría confesado que mató a sus hermanastros por celos.

Según la versión de la Policía, el niño habría tenido un ataque de ira porque la madrastra sólo dejó dinero para la alimentación de sus hijos biológicos y no así para los hijastros.

"Discriminación y rechazo"

El fiscal que atendió el caso, Gregorio Blanco, relató a BBC Mundo que el niño confesó haber apuñalado a su hermanastra y que, al percatarse que Josué, el hermanastro más pequeño, estaba mirando, también le quitó la vida.

Pero luego, según las declaraciones del mismo Blanco, el niño habría conseguido la ayuda de un primo de 10 años para borrar las evidencias y llevar los cuerpos a un lugar alejado.

El psicólogo forense Carlos Velásquez comentó a BBC Mundo que el caso muestra "una problemática central de discriminación. El menor agresor ha sentido que es de segunda clase y como los niños a veces no pueden racionalizar su conducta ha habido una situación de rechazo".

El especialista no descarta que el comportamiento tenga que ver con la mala situación socioeconómica de la familia e incluso con los medios de comunicación que difunden este tipo de hechos sin control y que, de esa manera, pudieron haber contribuido a que el pequeño busque un crimen perfecto ocultando las pruebas.

Pero por otro lado, Velásquez considera que es muy probable que el niño pueda tener algún rasgo de criminalidad en su comportamiento.

El doble efecto de la difusión

Manuel, el padre del presunto agresor, está detenido en la Policía de El Alto, donde habló con BBC Mundo. Con lágrimas en los ojos dijo no saber qué hacer "porque mi hijo había hecho mal" y recordó que los niños se llevaban bien.

El fiscal Blanco considera que al parecer "la incomprensión y la falta de afecto igualitario ha llevado a este hecho lamentable", pero el sociólogo Carlos Cordero cree también entran en juego las "grandes frustraciones y carencias tanto afectivas como materiales".

Otro factor que no descarta Cordero es el papel de los medios de comunicación que a veces -según su opinión- pueden estimular a los niños para que repitan esta clase de comportamientos criminales.

"La difusión de estos hechos cumple una doble función. Por un lado, suelen aplacar estos hechos por el conocimiento, pero a veces pueden estimular negativamente para que se puedan cometer estos hechos", señaló a BBC Mundo el sociólogo.

Según fuentes de la investigación, el niño habría señalado que aprendió en la televisión que se deben ocultar las evidencias, sin embargo, el fiscal Blanco no confirmó esta información.

"La exposición a los programas de televisión estimula la imaginación de los niños al momento en que infringen las reglas de convivencia, que mandan a ser tolerante, a aceptar las frustraciones, pero cuando esto no ocurre, buscan una salida violenta", concluyó Cordero.

Los cuerpos de los niños permanecían este viernes en la morgue porque la familia es de escasos recursos y no tenía dinero para sacarlos y enterrarlos.

Entre tanto, el presunto agresor y el niño que le ayudó a ocultar las pruebas fueron pasados a un centro de orientación de menores porque, de acuerdo a la ley, no pueden ser acusados de asesinato.

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