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quinta-feira, 3 de fevereiro de 2011

Egipto : Nile TV y Al Yazira: las diferencias en la cobertura


[foto de la noticia]

La cadena Nile TV cubre las revueltas en El Cairo, aunque imprime su sello. La cadena rival Al Yazira ha mostrado las diferentes caras de la capital egipcia que están ofreciendo al mundo los dos canales.

En una comparativa de imágenes realizada por el blog de Al Yazira sobre la revuelta se resalta un juego de diferencias. A la izquierda, en un supuesto directo, las imágenes de Nile TV: calles desiertas con apenas algunos viandantes. A la derecha, las de Al Yazira: una multitud que abarrota la céntrica Plaza Tahrir.

El trabajo de Nile TV ha quedado en entredicho a la vista de las últimas bajas que viene sufriendo. Dos periodistas han abandonado su trabajo por sus discrepancias con la línea del medio.

Shahira Amin ha anunciado su decisión de renunciar a su puesto porque no quiere "ser parte del aparato de propaganda" y por sus discrepancias con la cobertura informativa de las manifestaciones de El Cairo contra el presidente de Egipto, Hosni Mubarak.

"No quiero ser parte del aparato de propaganda, no voy a seguir alimentando las mentiras", ha declarado Amin a la cadena qatarí Al Yazira tras renunciar a su trabajo en el canal Nile TV.

El martes, la presentadora Soha el-Nakash dimitió de su cargo en la televisión nacional después de 20 años por lo que dijo era "una falta de ética" en su cobertura de las protestas masivas de Egipto que piden la destitución del presidente.

Muchas de los canales estatales de Egipto restaron importancia a las protestas en los primeros días, pero desde el viernes les han dado una cobertura total.

Soha el-Nakash dijo que ella presentó cinco programas para el canal estatal Nile el 26 de enero, el segundo día de las protestas, y se sintió consternada ante el retrato de calma y tranquilidad que se hacía de las calles de El Cairo, cuando en realidad miles de personas estaban manifestándose.


¿Egipto 2011 = Irán 1979?


Una constante en la cobertura de la revolución egipcia es buscar una comparación con algún antecedente histórico, un referente que sirva de orientación para una situación que muchos analistas definen como “territorio desconocido”. La analogía más recurrente es la Revolución Iraní de 1979. ¿Es el Egipto del 2011 igual que el Irán del 1979?

Existe una división de la opinión publicada a la hora de responder a esa cuestión. Los pesimistas creen que la Historia se está repitiendo, y que el país caerá en manos de unos islamistas radicales, personificados en los Hermanos Musulmanes. En cambio, los optimistas señalas que el principal partido islamista, los Hermanos Musulmanes, no ha estado detrás de las movilizaciones, y que los jóvenes egipcios no han caído rendido a los cantos de sirena de la teocracia.

Es lógico que la pregunta domine los medios estadounidenses, ya que Irán representa uno de los grandes fracasos de la política de EEUU en el siglo pasado. El país asiático pasó en un abrir y cerrar de ojos de ser uno de los dos pilares centrales de la política de Washington en los años 60y 70, a ser el Estado más hostil hacia Washington de la región entera. El otro pilar, Arabia Saudita, se ha mantenido incólume. Al menos, de momento.

Curiosamente, más allá de las similitudes sobre el terreno entre ambos países, hay otra semejanza a miles de kilómetros: la existencia de un presidente demócrata al que sus detractores acusan de “inexperto y blando” en el política exterior. En aquel entonces era Jimmy Carter, ahora Barack Obama.

De hecho, muchos argumentan que fue la Revolución Iraní la que hundió la presidencia Carter. La crisis de los rehenes tras la ocupación de la embajada de EEUU en Teherán coincidió con la campaña electoral que le enfrentó a Reagan, que fustigó a su adversario por haber sido incapaz de liberar a los centenares de ciudadanos estadounidenses secuestrados.

La cautela ha marcado las reacciones de la Casa Blanca, así como de la mayoría de la clase política estadounidense, independientemente de su ideología. Los líderes republicanos, como John Boehner, se han alineado en esta ocasión con Obama, o han declinado adoptar una posición contundente.

Casi todos los políticos que han hablado han destacado la necesidad de evitar baño de sangre. Pocos son los que piden un apoyo incondicional a Mubarak. Un capítulo aparte es Glenn Beck, que no ha buscado una analogía histórica con Irán, si no con la I Guerra Mundial, y ello para anunciar una guerra cataclísmica tras la que se creará un gran califato que incluirá a media Europa.

A mi juicio, a corto plazo, las opciones de que un islamismo radical como el de Khomeini se haga con el control de Egipto son muy escasas. A diferencia del chiíta, el Islam sunnita es descentralizado. No existe un líder mesiánico, capaz de despertar una devoción entre las masas, y cooptar así la revolución. Además, los Hermanos Musulmanes hace años que abandonaron la violencia y no disponen de unas “camisas pardas” capaces de tomar el poder.

Ahora bien, que nadie dude de que los Hermanos jugarán un papel importante en el futuro político del país. Si hay elecciones, seguramente serán la primera fuerza, pero es difícil que obtengan la mayoría absoluta. Que harían si la consiguieran, es una incógnita. Los analistas discrepan sobre la supuesta moderación del movimiento. De momento, actúan con mucha prudencia, conscientes que más que el Irán de 1979, si intentan hacerse con el poder, Egipto se parecerá más bien a la Argelia 1990.


Siga al detalle todos los acontecimientos de la crisis en Egipto:

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