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sábado, 16 de janeiro de 2010

Sobrevivientes haitianos se sienten en el infierno


En una camioneta trasladan heridos a un hospital en Puerto Príncipe (Foto: Efe)


06:37 PM Puerto Príncipe.- El principal hospital de Haití está nuevamente abierto, aunque no hay doctores ni suficientes provisiones médicas mientras las víctimas gravemente heridas por el terremoto cubren los pasillos, a la espera de tratamiento en improvisadas camas.

Cerca, los cadáveres de aquellos que murieron tras el sismo del martes son apilados en el patio de la morgue del Hospital General de Puerto Príncipe, destacó Reuters.

El hedor de los muertos y enfermos impregna las mascarillas, a las que cientos de personas no tienen acceso.

La mayoría ha estado bajo el incesante sol en tapetes, tablas de madera y camas con ruedas a la espera de atención médica.

El jardín está atiborrado de personas heridas a la sombra de sábanas amarradas a los árboles. Algunas víctimas están enganchadas a tubos de improvisados sueros que cuelgan de las ramas.

Las piernas amputadas están mayormente vendadas, aunque la única enfermera dice que no cuenta con provisiones apropiadas, ni antibióticos o analgésicos.

"Estoy sola acá, y tenemos muchos casos de emergencia", dijo Georgette Sergillies, una enfermera en práctica que iba de cama en cama supervisando a los heridos.

"No hay doctores, ni cirujanos. Se suponía que debía recibir entregas esta mañana de suministros médicos desde el extranjero, aunque nunca llegaron", aseguró. "Por mi cuenta, no puedo ni siquiera arreglar para llevar al baño a todas estas personas", agregó.

Cuatro días después del catastrófico terremoto, algo de ayuda ha llegado a Haití, aunque todavía tiene que ser distribuida debido a que los gobiernos y grupos de ayuda enfrentan duros desafíos logísticos en una empobrecida capital cuyas débiles comunicaciones e infraestructura han sido mayormente destruidas.

En el hospital Widelie Florent, de ocho años, quien vestía un camisón rosado, miraba silenciosamente a través de los vendajes que cubren su aplastada cara.

Probablemente una bonita niña antes de resultar herida en el sismo, sus ojos, nariz y boca están ahora tan hinchados que con dificultad puede apenas ver o tragar. Sus dientes se cayeron y su frente se deformó.

"Nos tomó unas cinco horas sacarla de los escombros y traerla acá", dijo su hermano Ronald, de 22 años, quien estaba alimentándola con cambur molido tras cuatro días en los que sólo había bebido leche a través de un pitillo.

"Ella es valiente, aunque necesitamos un cirujano", señaló.




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