Portugal derrota a Turquía con el Bota de Oro jugando mejor de extremo que de ariete
RAMON BESA - Ginebra - 07/06/2008
Iniciada la Eurocopa y una vez ha debutado Portugal, habrá que continuar hablando de Scolari y de Cristiano Ronaldo, cada uno a la suya y con su parte de razón, como si no formaran parte del mismo equipo cuando resulta son arte y parte del triunfo. La subcampeona europea alcanzó la victoria a partir de un gol por el centro del área, en una pared entre el ariete Nuno Gomes y el central Pepe, rematada por el madridista, una jugada del agrado del seleccionador. Desequilibrado el marcador, Scolari retiró a Nuno Gomes para que entrara Nani y Ronaldo pudiera barrer el frente de ataque desde el puesto de ariete y ejercer de capitán, como tanto le gusta al delantero del Manchester. Antes y después del gesto populista del técnico, Ronaldo dejó su marca en unas cuantas jugadas, exigido como se siente en cada partido, necesitado de dar fe de vida para mantener su cartel de figura del torneo y rey del mercado, tal que no fuera un jugador de equipo propiamente sino el rey del mambo: el arranque de la jugada del 2-0 definitivo fue nada más y nada menos que de Ronaldo.
A Scolari le lleva al pairo el debate sobre qué puesto le conviene más al Bota de Oro. El seleccionador va a la suya y Portugal se arranca siempre en las mismas: Ronaldo a un lado, Simâo al otro y Nuno Gomes de ariete y capitán mientras Nani y Quaresma calientan banquillo; a falta de un lateral izquierdo nato, bien puede jugar un zaguero multiusos como Paulo Ferreira; y para abrigar a Petit como medio centro, nada mejor que un veterano contrastado como Deco y un novel con pujanza de nombre Joâo Moutinho. A veces da la sensación de que Portugal juega a fútbol al tiempo que Ronaldo se dedica a las jugadas, que no es precisamente la misma cosa. Incluso parecen dos planes distintos para un único partido, de manera que cuando coinciden son determinantes con independencia del rival. Ayer coincidieron un rato y a Portugal le bastó para acabar con Turquía.
A Turquía le pierde la ingenuidad por más estrategia que le ponga Fatih Terim. El Emperador ha montado una selección interesante, una mezcla de experiencia y juventud, rápida en ataque y lenta y muy cargada en defensa. Todavía le falta organización y oficio y sobre todo malicia y competitividad para discutir la jerarquía del fútbol a equipos como el portugués. Ninguna acción delató más su falta de altura que la defensa de las jugadas de estrategia. Portugal adivinó un gol en cada saque de esquina y falta lateral o frontal circunstancia que rebajó su fútbol de combinación, convencidos como estaban los muchachos de Scolari de que alcanzarían fácilmente el gol a balón parado, por más que los centrales turcos invitaran a saquear su área. Incluso en esta situación, Ronaldo marcó diferencias con un disparo a la base del poste derecho de Volkan Demirel, que intervino bien.
Aunque Portugal se abría bien por los extremos y se abanicaba en la medular, le faltaba llegada y remate, deficiencia que por más sabida no se corrige con el tiempo. A los buenos movimientos portugueses, respondía Turquía, enganchada a Emre, con un punto de dramatismo: los delanteros se tiraban cada vez que pisaban el área y los zagueros pateaban a los volantes y extremos rivales con violencia reiterada. Al partido, sin embargo, le costaba romper, como es norma en los estrenos. Ronaldo espabiló entonces y animó a Portugal a ir a por el triunfo tras un quiebro antológico a Hamit Antilop, previo control del balón con el pecho abombado que tanto le distingue en su cuerpo de atleta.
La jugada anunció el gol de Pepe, quien poco después del arabesco de Ronaldo se arrimó como si fuera un volante hasta el balón del área, tiró una pared con Nuno Gomes y remató a la red. El gol fue definitivo, más que nada porque si a Turquía ya le cuesta ganar más difícil es que pueda remontar un encuentro defendido por Carvalho, Pepe, Ferrerira y Deco, que mezcló bien con Moutinho y Petit en la medular. Aunque con algún sobresalto, Portugal se defendió sin mayores agobios mientras Cristiano Ronaldo continuaba jugando mejor cuando se dejaba caer a las bandas, para suerte de Scolari, que volvió a cuadrar el partido a su manera. Así quedó visto en la jugada del segundo gol que cerró el partido: Ronaldo se abrió como extremo, tocó para Joâo Moutinho, quien en una maniobra excelente habilitó a Meireles, para que marca. Hoy la prensa continuará hablando de lo bueno que es Ronaldo y de lo bien que cuadra los partidos Scolari.
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