Doce países constituyen el bloque regional de Unasur
J. MARIRRODRIGA - Buenos Aires - 24/05/2008
A la segunda va la vencida. Esa es, al menos, la intención del presidente brasileño, Luiz Inácio Lula da Silva, principal impulsor de la Unión de Naciones Suramericanas (Unasur), que ayer vio oficialmente la luz en Brasilia con la rúbrica y la presencia de los demás presidentes de la región. Nadie se quiso acordar ayer en la capital brasileña de la recién nacida e inmediatamente difunta Comunidad Suramericana de Naciones, fundada en 2005 en Lima por los mismos países y que en estos dos años y medio no ha dado resultado de ningún tipo.
Técnicamente, la Unión firmada ayer es la continuación de aquella Comunidad, pero el tratado firmado ayer contiene dos diferencias importantes respecto al anterior proyecto. Diferencias que por cuestiones diplomáticas no pueden ser expuestas abiertamente, pero de las que todos son conscientes. En primer lugar, es Brasil quien toma la iniciativa en una región del mundo que la diplomacia brasileña reconoce abiertamente como área de influencia estratégica.
Y, por otra parte, el acta fundacional nace ya con un proyecto concreto capitaneado otra vez por Brasil, como es la creación de un Consejo Suramericano de Defensa, un organismo que debe servir para la resolución de conflictos. Los países firmantes se han comprometido a suscribir en seis meses un tratado de seguridad.
Lejos de la retórica, Lula no ha dudado en marcar los objetivos de la Unasur: "Suramérica tiene capacidad para mover el tablero político de todo el mundo en beneficio de nuestras naciones". Es decir, que en un momento en que Oriente Medio y Asia copan la atención mundial, Suramérica quiere ejercer de actor principal, aprovechando, como señaló el mandatario brasileño, que "más de 300 millones de personas que se benefician de una excepcional fase de crecimiento y de exitosos programas de inclusión social convierten a la región en un gran mercado de consumo".
Por su parte, la chilena Michelle Bachelet puso el énfasis en las metas a corto plazo que debe lograr la organización. "Lo fundamental es que Unasur haga la diferencia poniendo el foco en las políticas sociales para alcanzar una reducción de la pobreza rápidamente", subrayó.
Y a diferencia de lo que pasó en Lima hace dos años, casi ningún presidente suramericano ha querido estar ausente del toque a rebato de Lula. Los presidentes de todos los países de la región - incluyendo los habitualmente ausentes de Guyana y Surinam - no faltaron a la cita de Brasilia. La excepción fue el uruguayo Tabaré Vázquez, que envió a su vicepresidente.
En teoría, Colombia debería haber ocupado la presidencia de turno de la Unasur, pero el presidente colombiano, Álvaro Uribe, prefirió que su país no ejerza el cargo debido al duro contencioso que vive con Ecuador y Venezuela. Tras la renuncia colombiana, la presidencia debe recaer en Chile.
A pesar de las declaraciones de consenso y unidad, la Unasur ya nace con bloques definidos. Antes del comienzo de la cumbre de Brasilia, los presidentes de Venezuela, Ecuador y Bolivia mantuvieron un encuentro en el que se comprometieron a "dinamizar" la nueva organización.
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