El tribunal debe decidir si reserva sólo para 19.000 indígenas un gran territorio
JUAN ARIAS - Río de Janeiro - 11/12/2008
Los 19.000 indígenas de la reserva Raposa da Serra do Sol -un territorio equivalente a Cantabria y Asturias juntas- llevan días en espera de que el Tribunal Supremo, en Brasilia, decida si el área permanece como una zona única e indivisible. Pero el Supremo decidió ayer aplazar por segunda vez la sentencia, que supone la expulsión de los blancos de ese territorio, la mayoría grandes productores de arroz. Para los indígenas, una decisión favorable no sólo pondría fin a 20 años de litigios, sino que sentaría un precedente clave para las demás reclamaciones de tierras ancestrales. Hay un centenar de casos similares al de Raposa en todo Brasil.
La demarcación de la reserva, sancionada en 2005 por el presidente Luiz Inácio Lula da Silva, fue recurrida por inconstitucional por el Gobierno del Estado amazónico de Roraima, favorable a los agricultores blancos.
El 27 de agosto pasado, el Supremo se reunió para decidir la cuestión. Pero la sesión fue aplazada, pues uno de los magistrados pidió más tiempo para estudiar la compleja situación. Ayer, el Supremo debería haber resuelto la cuestión, pero tras una mañana de debate, el magistrado Marco Aurelio Mello volvió a pedir el aplazamiento. "Si los indígenas han esperado 20 años, pueden esperar un poco más", alegó. Ese poco más será, como mínimo, hasta febrero de 2009, pues el tribunal inicia mañana las vacaciones.
La petición fue concedida pese a que nueve de los 11 magistrados se habían pronunciado ya a favor de la legalidad de la reserva, pues cualquiera de los jueces tiene derecho a cambiar su voto tras escuchar las consideraciones de otro mientras el proceso esté abierto. De hecho, cuando se reinicie el juicio, los magistrados que ayer votaron a favor podrían cambiar su decisión. Pese a la desilusión por el retraso, los indios que acudieron a Brasilia celebraron que casi todos los jueces votaran dejar la reserva en sus manos.
En Roraima, donde se concentran los indios de varias tribus como los iãnomani, macuxí, wapichama, ingarikó y otras, la tensión ayer era máxima. Las fuerzas del orden estaban en alerta ante posibles enfrentamientos. Los arroceros -que dan trabajo a 7.000 personas- apoyados por el gobernador de Roraima, José de Anchieta, advirtieron que están dispuestos a defender sus tierras con las armas. Los indígenas avisaron a los blancos que tendrán 60 días para irse si el fallo es favorable. El ministro de Justicia, Tarso Genro, que al igual que Lula está a favor de dejar el territorio sólo para los indios, quiso mediar, asegurando que unos y otros acatarán la decisión última del Supremo y que las fuerzas del orden no permitirán violencia en el lugar.
Los militares se resisten a la entrega de la reserva a los indios porque creen que puede poner en peligro la defensa, ya que el territorio es fronterizo con Venezuela y Guyana. No le hace gracia al Ejército que los 19.000 indígenas tengan tanta autonomía en semejante territorio. Los indígenas aseguran que jamás cuestionarán la integridad territorial de Brasil.
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