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Urgente24 siguió en detalle el
derrumbe de Orlando Silva como ministro de Deporte de Brasil. Sostenido
por Luiz Inácio da Silva, quien reclamó al Partido Comunista do Brasil
no entregar la renuncia, Silva terminó sepultado por la cantidad de
denuncias de irregularidades cometidas por el comunista desde 2006 a la
fecha. Él dijo que renunciaba para proteger su honra y la del PCdoB.
CIUDAD DE BUENOS AIRES (Urgente24). El ministro de Deportes brasileño, Orlando Silva, acusado de desvío de fondos públicos, presentó su renuncia, según fue acordado con la presidenta Dilma Rousseff y autoridades del Partido Comunista de Brasil (PCdoB) al que pertenece el funcionario.
Silva dimitió desgastado por denuncias de corrupción que le
han convertido en el 5to. colaborador de la presidenta Dilma Rousseff
que renuncia por esa misma causa desde enero pasado. El 6to. renunciante
fue por otro motivo.
La renuncia, que Silva entregó durante la tarde del miércoles 26/10
a Dilma, fue decidida en la noche del martes 25/10 durante una reunión
entre Rousseff, el ministro y las autoridades del PCdoB, convocada de
manera sorpresiva: el Supremo Tribunal Federal (STF) había
aceptado el pedido de la Procuraduría General de abrir una investigación
sobre las denuncias en contra de Silva.
La decisión del STF agravó la situación de Silva, quien el viernes
21/10 había sido ratificado por Rousseff en una confusa situación en la
que intervino Luiz Inácio Lula da Silva pidiéndole al ministro que no
renunciara y al Partido Comunista do Brasil que lo respaldara.
Silva resistió en los últimos 10 días a un constante aluvión de
denuncias formuladas por el policía federal ex afiliado al PCdoB, Joao Dias Ferreira,
quien le acusa de estar involucrado en diversas irregularidades en el
marco del programa de estímulo deportivo Segundo Tiempo, que financia a
organizaciones civiles dedicadas a promover el deporte entre los niños
más pobres.
Dias Ferreira no llegó a presentar pruebas concretas contra Silva
pero sí contra todos los integrantes del equipo íntimo del ministro. Y
se preguntó cómo podía ser que el secretario ejecutivo del ministerio le
diese instrucciones precisas en nombre de Silva pero éste no estuviese
enterado.
"Usted debe entender que nadie lo quiere en el Gobierno", llegó
a espetarle a Silva el diputado Antonio Carlos Magalhaes Neto, del
opositor Partido Demócratas (DEM), quien marcó así el clima político que
enfrentaba el ahora ex ministro.
Según Dias Ferreira, que está acusado de fraudes en el programa
Segundo Tiempo y que el año pasado llegó a ser detenido, en ese despacho
existe desde hace años un "esquema de comisiones" (sobornos) mediante el cual han sido desviados unos R$ 40 millones (cerca de US$ 23 millones) de los cofres públicos, supuestamente para financiar la política del PCdoB.
Afirmó incluso que él mismo fue "víctima" de esas maniobras, como responsable de una federación de artes marciales que recibía apoyo del programa Segundo Tiempo.
El secretario general de la Presidencia, Gilberto Carvalho, explicó ahora lo de la reunión nocturna que Rousseff tuvo con el presidente del PCdoB, diputado federal Renato Rabelo, y con el propio ministro saliente, pero no se llegó a un acuerdo sobre el nombre del sucesor de Silva: el PC do B quiere que sea otro afiliado al partido pero a
los comunistas brasileños le faltan personajes de peso. El Ministerio
de Deporte es muy importante por la Copa del Mundo 2014 y los Juegos
Olímpicos 2016.
"Como no hubo definición, la presidenta podrá nombrar de manera interina al secretario ejecutivo" del Ministerio de Deportes, Waldemar Manoel Silva de Souza,
explicó Carvalho. Pero ese secretario ejecutivo aparece en la
documentación entregada por el denunciante Dias a la Policía Federal.
"El PCdoB respeta la decisión de la Presidenta. Sabe que la
decisión es de ella y que la reacción del ministro Orlando Silva fue de
una madurez política muy grande", agregó.
Hace 2 semanas, el policía militar João Dias Ferreira acusó al
ministro de participar de una esquema de desvío de recursos públicos del
Programa Segundo Tiempo; la denuncia fue publicada por la revista Veja;
Silva alegó inocencia y pidió que lo investigaran pero el resultado fue
terrible porque Dilma le quitó toda responsabilidad en el manejo de la
Copa del Mundo 2014.
Las acusaciones contra Silva causaron preocupación incluso a la
FIFA (Federación Internacional de Fútbol Asociado), cuyo secretario
general, Jerome Valcke, expresó su esperanza de encontrar a un "nuevo interlocutor" del gobierno en la visita que hará a Brasil en la semana próxima, en el marco de la preparación del Mundial de fútbol de 2014.
"Yo espero que no haya un vacío... No hay tiempo que perder
hasta el Mundial. Espero que no haya un período en que no haya una
persona con la que yo pueda hablar", expresó el dirigente, en entrevista al diario brasileño Folha de S. Paulo.
El titular de Deporte había asumido el cargo en 2006, durante la
gestión del ahora expresidente Luiz Inácio Lula da Silva, y Rousseff lo
mantuvo cuando asumió el poder, el pasado 01/01.
Desde entonces, Rousseff ha perdido por sospechas de corrupción a los ministros de la Presidencia, Antonio Palocci; Transportes, Alfredo Nascimento; Agricultura, Wagner Rossi, y Turismo, Pedro Novais. El ministro de la Defensa, Nelson Jobim, dimitió por diferencias políticas y personales con Dilma.
Palocci, Nascimento, Rossi y Jobim, así como Orlando Silva, se
habían desempeñado como ministros durante la gestión de Lula, y pese a
sus estrechos vínculos con el exmandatario, a quien considera su padrino
político, a Rousseff no le tembló el pulso a la hora de pedir sus
cargos.
Esa firmeza de Rousseff ante las denuncias de corrupción en su
Gobierno ha llevado a la prensa a afirmar que la Presidenta avanza en
una "limpieza ética" para eliminar de la administración pública
las irregularidades. Además, le permitió ganar identidad propia en la
gestión, y recuperar popularidad aunque le ha provocado problemas con la
llamda 'base aliada' en el Legislativo.
Para Urgente24, el tema es bien diferente. Si prevalece el esquema que Lula da Silva dejó en herencia a Dilma, la candidatura presidencial por el PT volverá a ser Lula.
Dilma tiene que lograr, para ambicionar una reelección, que no colapse la economía, encontrar colaboradores eficientes y reformular el esquema político corrupto que toleró Lula.
La gota que derramó el vaso de denuncias contra el ministro de Deporte, responsable en parte por la organización del Mundial de fútbol de 2014 y los Juegos Olímpicos de Río 2016, fue la decisión del Supremo Tribunal de iniciar una investigación sobre supuestas irregularidades en ese despacho.
"La posición del Supremo fue determinante", declaró a periodistas el ministro de la Secretaría de la Presidencia, Gilberto Carvalho, en alusión a esa decisión del Supremo, que es extensiva a la gestión del antecesor de Silva en el cargo y actual gobernador de Brasilia, Agnelo Queiroz.
Silva resistió en los últimos diez días a un constante aluvión de denuncias formuladas por el expolicía Joao Dias Ferreira, que le acusa de estar involucrado en diversas irregularidades en el marco del programa Segundo Tiempo, que financia a organizaciones civiles dedicadas a promover el deporte entre los niños más pobres.
Dias Ferreira no llegó a presentar pruebas concretas y Silva acudió tres veces al Congreso para prestar explicaciones a una oposición envalentonada con los constantes escándalos en el Gobierno que exigía su inmediata renuncia.
Silva reclamó por la falta de pruebas, dijo ser víctima de una "nueva Inquisición" y pidió formalmente a los organismos jurídicos del Estado que investiguen su vida, pero nada bastó para impedir su salida.
"Usted debe entender que nadie lo quiere en el Gobierno", llegó a espetarle este martes el diputado Antonio Carlos Magalhaes Neto, del opositor Partido Demócratas (DEM), quien marcó así el clima político que enfrentaba el ahora exministro.
Según Dias Ferreira, que está acusado de fraudes en el programa Segundo Tiempo y que el año pasado llegó a ser detenido, en ese despacho existe desde hace años un "esquema de comisiones" mediante el cual han sido desviados unos 40 millones de reales (cerca de 23 millones de dólares) de los cofres públicos.
Afirmó incluso que él mismo fue "víctima" de esas maniobras, como responsable de una federación de artes marciales que recibía apoyo del programa Segundo Tiempo.
El desgaste causado por esas denuncias se sumó al que acumulaba Silva en las tensas negociaciones por exigencias de la FIFA de cara al Mundial de 2014, como la venta de cerveza en estadios, prohibida por ley en Brasil.
El pasado viernes, entre fuertes rumores sobre una "inminente" dimisión de Silva, el secretario general de la FIFA, Jérome Valcke, llegó a anunciar que viajará a Brasil en noviembre para continuar esas negociaciones, pero con "otro interlocutor".
No obstante, ese mismo día Rousseff se reunió con Silva y lo ratificó en el cargo bajo la "presunción de inocencia que debe beneficiar a todo ciudadano".
El pasado domingo, sin embargo, el ministro Carvalho aclaró que esa decisión de Rousseff no era "definitiva", ya que debía estudiar mejor la situación, pues durante toda la semana pasada, cuando se conocieron las denuncias, estaba en una gira que le llevó a tres países de África.
El titular de Deporte había asumido el cargo hace cinco años, durante la gestión del ahora expresidente Luiz Inácio Lula da Silva, y Rousseff lo mantuvo cuando asumió el poder, el pasado 1 de enero.
Desde entonces, Rousseff ha perdido por sospechas de corrupción a los ministros de la Presidencia, Antonio Palocci; Transportes, Alfredo Nascimento; Agricultura, Wagner Rossi, y Turismo, Pedro Novais, así como al ministro de la Defensa, Nelson Jobim, quien dimitió por diferencias con el Gobierno.
Palocci, Nascimento, Rossi y Jobim, así como Orlando Silva, se habían desempeñado como ministros durante la gestión de Lula, y pese a sus estrechos vínculos con el exmandatario, a quien considera su padrino político, a Rousseff no le tembló el pulso a la hora de pedir sus cargos.
Esa firmeza de Rousseff ante las denuncias de corrupción en su Gobierno ha llevado a la prensa a afirmar que la presidenta avanza en una "limpieza ética" para eliminar de la administración pública todo rastro de irregularidades.
Para Urgente24, el tema es bien diferente. Si prevalece el esquema que Lula da Silva dejó en herencia a Dilma, la candidatura presidencial por el PT volverá a ser Lula.
Dilma tiene que lograr, para ambicionar una reelección, que no colapse la economía, encontrar colaboradores eficientes y reformular el esquema político corrupto que toleró Lula.
Denuncias de corrupción obligan a la renuncia de otro ministro de Rousseff
Brasilia, 26 oct (EFE).- El ministro de Deporte de Brasil, Orlando
Silva, dimitió hoy desgastado por denuncias de corrupción que le han
convertido en el quinto colaborador de la presidenta Dilma Rousseff que
renuncia por esa misma causa desde enero pasado.La gota que derramó el vaso de denuncias contra el ministro de Deporte, responsable en parte por la organización del Mundial de fútbol de 2014 y los Juegos Olímpicos de Río 2016, fue la decisión del Supremo Tribunal de iniciar una investigación sobre supuestas irregularidades en ese despacho.
"La posición del Supremo fue determinante", declaró a periodistas el ministro de la Secretaría de la Presidencia, Gilberto Carvalho, en alusión a esa decisión del Supremo, que es extensiva a la gestión del antecesor de Silva en el cargo y actual gobernador de Brasilia, Agnelo Queiroz.
Silva resistió en los últimos diez días a un constante aluvión de denuncias formuladas por el expolicía Joao Dias Ferreira, que le acusa de estar involucrado en diversas irregularidades en el marco del programa Segundo Tiempo, que financia a organizaciones civiles dedicadas a promover el deporte entre los niños más pobres.
Dias Ferreira no llegó a presentar pruebas concretas y Silva acudió tres veces al Congreso para prestar explicaciones a una oposición envalentonada con los constantes escándalos en el Gobierno que exigía su inmediata renuncia.
Silva reclamó por la falta de pruebas, dijo ser víctima de una "nueva Inquisición" y pidió formalmente a los organismos jurídicos del Estado que investiguen su vida, pero nada bastó para impedir su salida.
"Usted debe entender que nadie lo quiere en el Gobierno", llegó a espetarle este martes el diputado Antonio Carlos Magalhaes Neto, del opositor Partido Demócratas (DEM), quien marcó así el clima político que enfrentaba el ahora exministro.
Según Dias Ferreira, que está acusado de fraudes en el programa Segundo Tiempo y que el año pasado llegó a ser detenido, en ese despacho existe desde hace años un "esquema de comisiones" mediante el cual han sido desviados unos 40 millones de reales (cerca de 23 millones de dólares) de los cofres públicos.
Afirmó incluso que él mismo fue "víctima" de esas maniobras, como responsable de una federación de artes marciales que recibía apoyo del programa Segundo Tiempo.
El desgaste causado por esas denuncias se sumó al que acumulaba Silva en las tensas negociaciones por exigencias de la FIFA de cara al Mundial de 2014, como la venta de cerveza en estadios, prohibida por ley en Brasil.
El pasado viernes, entre fuertes rumores sobre una "inminente" dimisión de Silva, el secretario general de la FIFA, Jérome Valcke, llegó a anunciar que viajará a Brasil en noviembre para continuar esas negociaciones, pero con "otro interlocutor".
No obstante, ese mismo día Rousseff se reunió con Silva y lo ratificó en el cargo bajo la "presunción de inocencia que debe beneficiar a todo ciudadano".
El pasado domingo, sin embargo, el ministro Carvalho aclaró que esa decisión de Rousseff no era "definitiva", ya que debía estudiar mejor la situación, pues durante toda la semana pasada, cuando se conocieron las denuncias, estaba en una gira que le llevó a tres países de África.
El titular de Deporte había asumido el cargo hace cinco años, durante la gestión del ahora expresidente Luiz Inácio Lula da Silva, y Rousseff lo mantuvo cuando asumió el poder, el pasado 1 de enero.
Desde entonces, Rousseff ha perdido por sospechas de corrupción a los ministros de la Presidencia, Antonio Palocci; Transportes, Alfredo Nascimento; Agricultura, Wagner Rossi, y Turismo, Pedro Novais, así como al ministro de la Defensa, Nelson Jobim, quien dimitió por diferencias con el Gobierno.
Palocci, Nascimento, Rossi y Jobim, así como Orlando Silva, se habían desempeñado como ministros durante la gestión de Lula, y pese a sus estrechos vínculos con el exmandatario, a quien considera su padrino político, a Rousseff no le tembló el pulso a la hora de pedir sus cargos.
Esa firmeza de Rousseff ante las denuncias de corrupción en su Gobierno ha llevado a la prensa a afirmar que la presidenta avanza en una "limpieza ética" para eliminar de la administración pública todo rastro de irregularidades.
Renunció otro ministro de Dilma por sospechas de corrupción
27/10/11 Orlando Silva era el titular de Deportes. Desde enero, es el quinto que debe irse.
PorEleonora Gosman
San Pablo. Corresponsal
San Pablo. Corresponsal
JUNTOS. EL EX MINISTRO ORLANDO SILVA, EL PRIMERO DE ENERO PASADO, EN LA ASUNCION DE DILMA ROUSSEFF.
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Otro ministro brasileño, Orlando Silva, el sexto desde principios de año, pero el quinto por sospechas de corrupción, dejó ayer
el gobierno de Dilma Rousseff, y provocó una conmoción no sólo en el
mundo político sino, sobre todo, en el nivel popular. Aun cuando la
“abdicación” del funcionario, titular de la cartera de Deportes, era
ficha puesta desde hace al menos una semana, su salida tiene un mayor
impacto público que otras “defecciones” anteriores. Es que en las manos
de este universitario, quien antes de llegar al poder se había
consagrado como líder de la Unión Nacional de Estudiantes, se había
concentrado la ciclópea tarea de hacer en 2014 “el mayor mundial” de la historia . Y por añadidura, consagrar en 2016 a Río de Janeiro como la “mejor ciudad olímpica” de todos los tiempos.
Los medios brasileños relataron la renuncia de Silva, quien ayer comunicó su salida después de reunirse con la presidenta Rousseff, como producto de un “desgaste político” prolongado. A Silva se lo acusa de haber participado, supuestamente, en el desvío de dinero destinado a financiar un programa nacional de promoción deportiva entre alumnos de clases sociales pobres. En una conferencia de prensa que ofreció luego de su cita con Dilma, donde presentó la dimisión, Silva sostuvo que había sido objeto de “ataques”, por las noticias aparecidas en distintos medios que lo sindicaban como presunto jefe de una mafia instalada en su ministerio. “Me lincharon públicamente”, acusó. “No hay ni habrá pruebas de los delitos por los que me responsabilizan. Nada comprometerá mi honor”.
La presunta corrupción del ex funcionario no tiene hasta ahora pruebas concretas. Pero aquí se afirma que el gobierno de Dilma no puede someterse a la duda permanente de la prensa sobre un área tan sensible en estos tiempos. Deportes, una cartera creada por el ex presidente Fernando Henrique Cardoso en 1995, y que tuvo como primer ministro a Pelé, un papel protagónico en 2007 cuando la FIFA consagró a Brasil como la sede del Mundial 2014. Frente a semejante desafío, un país que se desespera por mostrar que entró en la modernidad no podría permitirse un fracaso. Ni siquiera preocupa saber que el éxito de la Copa podrá influir en forma decisiva en las elecciones presidenciales de 2014. Más que eso, lo que media hoy en las decisiones de Rousseff es el temor a fracasar en lo que considera su punto más fuerte: la gestión gubernamental.
Peor todavía: según afirman los medios locales “éste es un momento de alta exposición a la prensa internacional. Eso es pésimo”. La parte buena de la historia sería que Dilma “está dispuesta a combatir la corrupción en su gobierno, heredada de años anteriores”. Como señaló un periodista experto en política y deportes: “A 960 días de la Copa, Brasil marcha hacia una fase crítica de las obras de preparación dejando en el camino un rastro de tropiezos”. Menciona entre ellos la elección de las ciudades que serán sede del mega evento deportivo. En un principio se hablaba de apenas 8 capitales. Pero por motivos políticos, terminaron por ser 12. “El cúmulo de errores se potenció por interferencias políticas”, sostuvo el experto.
Lejos de ser un improvisado, Silva gerenció los juegos panamericanos de 2007 en la capital carioca. Y luego acompañó al ex presidente Lula da Silva en la victoria de la candidatura de la Copa. Triunfo que habría de repetirse en 2009 cuando Lula le ganó de mano a Barack Obama y a José Rodríguez Zapatero en la designación de Río para las olimpíadas de 2016. Otros especialistas como Amir Somoggi, citado por un diario de Curitiba, dicen que Brasil “perdió un tiempo precioso en la organización de 2014. No trajimos inversiones privadas ni generamos un ambiente de negocios saludable y duradero para después de la Copa”.
Los medios brasileños relataron la renuncia de Silva, quien ayer comunicó su salida después de reunirse con la presidenta Rousseff, como producto de un “desgaste político” prolongado. A Silva se lo acusa de haber participado, supuestamente, en el desvío de dinero destinado a financiar un programa nacional de promoción deportiva entre alumnos de clases sociales pobres. En una conferencia de prensa que ofreció luego de su cita con Dilma, donde presentó la dimisión, Silva sostuvo que había sido objeto de “ataques”, por las noticias aparecidas en distintos medios que lo sindicaban como presunto jefe de una mafia instalada en su ministerio. “Me lincharon públicamente”, acusó. “No hay ni habrá pruebas de los delitos por los que me responsabilizan. Nada comprometerá mi honor”.
La presunta corrupción del ex funcionario no tiene hasta ahora pruebas concretas. Pero aquí se afirma que el gobierno de Dilma no puede someterse a la duda permanente de la prensa sobre un área tan sensible en estos tiempos. Deportes, una cartera creada por el ex presidente Fernando Henrique Cardoso en 1995, y que tuvo como primer ministro a Pelé, un papel protagónico en 2007 cuando la FIFA consagró a Brasil como la sede del Mundial 2014. Frente a semejante desafío, un país que se desespera por mostrar que entró en la modernidad no podría permitirse un fracaso. Ni siquiera preocupa saber que el éxito de la Copa podrá influir en forma decisiva en las elecciones presidenciales de 2014. Más que eso, lo que media hoy en las decisiones de Rousseff es el temor a fracasar en lo que considera su punto más fuerte: la gestión gubernamental.
Peor todavía: según afirman los medios locales “éste es un momento de alta exposición a la prensa internacional. Eso es pésimo”. La parte buena de la historia sería que Dilma “está dispuesta a combatir la corrupción en su gobierno, heredada de años anteriores”. Como señaló un periodista experto en política y deportes: “A 960 días de la Copa, Brasil marcha hacia una fase crítica de las obras de preparación dejando en el camino un rastro de tropiezos”. Menciona entre ellos la elección de las ciudades que serán sede del mega evento deportivo. En un principio se hablaba de apenas 8 capitales. Pero por motivos políticos, terminaron por ser 12. “El cúmulo de errores se potenció por interferencias políticas”, sostuvo el experto.
Lejos de ser un improvisado, Silva gerenció los juegos panamericanos de 2007 en la capital carioca. Y luego acompañó al ex presidente Lula da Silva en la victoria de la candidatura de la Copa. Triunfo que habría de repetirse en 2009 cuando Lula le ganó de mano a Barack Obama y a José Rodríguez Zapatero en la designación de Río para las olimpíadas de 2016. Otros especialistas como Amir Somoggi, citado por un diario de Curitiba, dicen que Brasil “perdió un tiempo precioso en la organización de 2014. No trajimos inversiones privadas ni generamos un ambiente de negocios saludable y duradero para después de la Copa”.
El ministro de Deportes de Brasil dimite arrastrado por un escándalo de corrupción
Orlando Silva es el sexto miembro del Gobierno de Rousseff obligado a dejar su cargo y el quinto por acusaciones de corrupción
Juan Arias
Rio de Janeiro
26 OCT 2011 - 20:02 CET
Orlando Silva, Ministro de Deportes de Brasil y miembro del partido
comunista PcdoB, ha dimitido tras una reunión con la presidenta Dilma
Rousseff. Lo acaba de anunciar la dirección de su partido, que ya busca
un sustituto dentro entre sus filas, aunque la decisión final será sólo
de Rousseff.
El titular de Deportes ha cedido a las presiones de los medios de comunicación, acusado de haber montado dentro del ministerio un esquema de corrupción a través varias ONG para el enriquecimiento propio y del partido.
Silva se convierte así en es el sexto ministro obligado a dejar el Gobierno desde inicios de junio y el quinto por motivos de corrupción. Solo el titular del Ejército, Nelsom Jobim, fue forzado a dimitir por haber criticado duramente a dos de las ministras de confianza de Dilma.
Los ministros anteriores que dejaron el Ejecutivo acusados de corrupción fueron los de la Casa Civil, Transportes, Agricultura y Turismo. Los seis fueron heredados por Rousseff del anterior Gobierno del expresidente Lula da Silva, algunos de ellos por petición expresa suya del exmandatario.
La presidenta brasileña ha seguido el mismo guion que otras veces. Ante las acusaciones de corrupción de los medios ha pedido al interesado que se explique y se defienda ante el Congreso. Así lo ha hecho Silva, aunque sin éxito. Roussefg después pide a los órganos de vigilancia del Estado que investiguen las acusaciones y, solo tras esto, toma su decisión sin perder tiempo y sin que los problemas se le pudran sobre la mesa.
Esta vez, el proceso ha durado un poco más porque el ministro Silva pertenece a un partido que, a pesar de contar sólo con 15 diputados, es una formación de izquierdas que luchó contra la dictadura militar y que fue fiel a Lula desde la primera vez que se presentó como candidato a las presidenciales, en los años 80. El propio Lula llamó por teléfono a los dirigentes del PcdoB y les pidió que “resistieran” y sostuvieran al ministro, quien continuaba defendiendo su inocencia.
Dilma, que ya había decidido días atrás sacar al ministro, acabó aparcando el caso hasta que anteayer se encontró con el expresidente en Manaos en la inauguración de un puente. En el viaje, en el avión presidencial, ambos hablaron a solas. Poco después Lula se quejó de que el PcdoB no le había informado cabalmente de los pormenores del escándalo y que había tenido que enterarse de algunas acusaciones contra el ministro “por los periódicos”. Apenas 48 horas después, y tras anunciarse hoy que el Tribunal Supremo había abierto una investigación acerca de la posible participación de Silva en el desvío de fondo públicos destinados a incentivar el deporte entre jóvenes y niños, Dilma tomó su decisión.
El PcdoB, que se ha visto muy dañado en su reputación al aparecer como un partido corrupto más tras un historial de lucha contra la dictadura, llegó a ver el caso como una conspiración del partido hermano de la izquierda, el Partido de los Trabajadores de Rousseff y el propio Lula, para hacerse con un ministerio, el de Deportes, hasta ayer considerado menor y hoy muy codiciado al depender de él los preparativos del Mundial de Fútbol de 2014 y los Juegos Olímpicos de Rio de 2016 que van a mover miles de millones en obras públicas. Pero es muy posible que el ministerio se quede de nuevo con el PcdoB.
El titular de Deportes ha cedido a las presiones de los medios de comunicación, acusado de haber montado dentro del ministerio un esquema de corrupción a través varias ONG para el enriquecimiento propio y del partido.
Silva se convierte así en es el sexto ministro obligado a dejar el Gobierno desde inicios de junio y el quinto por motivos de corrupción. Solo el titular del Ejército, Nelsom Jobim, fue forzado a dimitir por haber criticado duramente a dos de las ministras de confianza de Dilma.
Los ministros anteriores que dejaron el Ejecutivo acusados de corrupción fueron los de la Casa Civil, Transportes, Agricultura y Turismo. Los seis fueron heredados por Rousseff del anterior Gobierno del expresidente Lula da Silva, algunos de ellos por petición expresa suya del exmandatario.
La presidenta brasileña ha seguido el mismo guion que otras veces. Ante las acusaciones de corrupción de los medios ha pedido al interesado que se explique y se defienda ante el Congreso. Así lo ha hecho Silva, aunque sin éxito. Roussefg después pide a los órganos de vigilancia del Estado que investiguen las acusaciones y, solo tras esto, toma su decisión sin perder tiempo y sin que los problemas se le pudran sobre la mesa.
Esta vez, el proceso ha durado un poco más porque el ministro Silva pertenece a un partido que, a pesar de contar sólo con 15 diputados, es una formación de izquierdas que luchó contra la dictadura militar y que fue fiel a Lula desde la primera vez que se presentó como candidato a las presidenciales, en los años 80. El propio Lula llamó por teléfono a los dirigentes del PcdoB y les pidió que “resistieran” y sostuvieran al ministro, quien continuaba defendiendo su inocencia.
Dilma, que ya había decidido días atrás sacar al ministro, acabó aparcando el caso hasta que anteayer se encontró con el expresidente en Manaos en la inauguración de un puente. En el viaje, en el avión presidencial, ambos hablaron a solas. Poco después Lula se quejó de que el PcdoB no le había informado cabalmente de los pormenores del escándalo y que había tenido que enterarse de algunas acusaciones contra el ministro “por los periódicos”. Apenas 48 horas después, y tras anunciarse hoy que el Tribunal Supremo había abierto una investigación acerca de la posible participación de Silva en el desvío de fondo públicos destinados a incentivar el deporte entre jóvenes y niños, Dilma tomó su decisión.
El PcdoB, que se ha visto muy dañado en su reputación al aparecer como un partido corrupto más tras un historial de lucha contra la dictadura, llegó a ver el caso como una conspiración del partido hermano de la izquierda, el Partido de los Trabajadores de Rousseff y el propio Lula, para hacerse con un ministerio, el de Deportes, hasta ayer considerado menor y hoy muy codiciado al depender de él los preparativos del Mundial de Fútbol de 2014 y los Juegos Olímpicos de Rio de 2016 que van a mover miles de millones en obras públicas. Pero es muy posible que el ministerio se quede de nuevo con el PcdoB.
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