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terça-feira, 16 de março de 2010

Indulta a un cocodrilo que se ha comido a más de 300 personas


Gustavo es el cocodrilo más famoso del mundo. Tanto que tiene una entrada propia en la universal Wikipedia en ocho idiomas diferentes e incluso se ha hecho una película sobre él. No es para menos, pues es el más grande, el más viejo y el más sanguinario de todos ellos. Tiene unos 65 años, pero sólo en los últimos 20 se calcula que puede haber matado en Burundi, entre el río Ruzizi y la ribera norte del Lago Tanganica, a más de 300 personas. 17 en apenas tres meses.

Patrice Faye, un naturalista autodidacta, es el único problema del gigantesco saurio de seis metros de longitud y más de una tonelada de peso. Desde hace once años este francés vive obsesionado con cazarlo. Lo ha intentado de todas las maneras posibles, pero el animal, por poderoso y por inteligente, ha logrado siempre escapar de él. También de los numerosos disparos recibidos a lo largo de su mortífera existencia, apenas unas cicatrices en su acorazada piel.

Pero contra todo pronóstico, el cazador se ha vuelto ecologista, se ha enamorado de su víctima. Y Patrice Faye acaba de indultar a su enemigo. Ya no lo quiere matar. Según ha anunciado en la BBC, su principal objetivo es ahora capturarlo vivo y colocarle un dispositivo rastreador que permita conocer sus andanzas y avisar a la población del peligro.

¿Hace bien en perdonarle la vida? Sin duda ese animal debe ser formidable, de una importancia natural y genética única. Desde mi confortable casa en Europa me parece justo que no se lo mate, aunque si yo viviera en una frágil cabaña junto al río en Burundi quizá no pensaría igual.

¿Capturarlo y llevarlo a un zoo? Imposible, pesa una tonelada y sus fauces pueden partir por la mitad a un hombre de un solo bocado.

El naturalista francés, obsesionado, ha repartido una docena de teléfonos celulares entre la población local para que si lo ven pueda acudir allí antes que nadie. Lo quiere sólo para él. La posibilidad de que alguien lo capture antes no la acepta, pues como ha explicado a la BBC, lo consideraría una traición del animal a su devoto perseguidor.

"Me sentiría como si me robaran algo. Voy a permanecer fiel a él y espero que él haga lo mismo".

Sin caer en sentimentalismos, reconozco mi corazón dividido ante el dilema de qué hacer con Gustavo. ¿Lo matamos o dejamos que siga matando?






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