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terça-feira, 12 de janeiro de 2010

¿Un programa de izquierdas en Brasil?


JUAN ARIAS 12/01/2010


El nombre es de lo más inocente: Programa Nacional de Derechos Humanos, un nuevo proyecto del Gobierno brasileño, que preside Luiz Inácio Lula da Silva. Y, sin embargo, sus 73 páginas se han convertido de repente en un plan de la discordia, que ha sido calificado de "disfraz de un Gobierno de izquierdas bolivariano", de "golpe blanco", de "vuelta al pasado"; que ha acabado enfrentando a varios ministros entre sí y que ha alarmado a la clase media. Pero lo que la gente de la calle se pregunta es si realmente le han metido un gol al Gobierno.



Según los principales analistas políticos de Brasil, lo que más ha chocado es que el texto en su conjunto es casi una copia del que el ala izquierda del Partido de los Trabajadores (PT) propuso a Lula como base de su programa en las elecciones de 2002. El entonces candidato acabó rechazándolo de plano con su famosa Carta al Pueblo de Brasil, en la que se comprometía, si era elegido, a mantener la política económica neoliberal de su antecesor, Fernando Henrique Cardoso, y ofrecía todo tipo de garantías jurídicas y políticas sobre la propiedad privada, la libertad de expresión y la defensa de las instituciones democráticas, como realmente ha hecho hasta ahora.

El programa izquierdista y populista que Lula rechazó fue elaborado por quien era alcalde de Santo André, en el Estado de São Paulo, Celso Daniel, que iba a ser el responsable de la campaña de Lula y que fue misteriosamente asesinado. Tomó su relevo Antonio Palocci, inspirador de la Carta al Pueblo y más tarde su ministro fuerte de Economía.

La pregunta que se hace incluso la gente de a pie es si la izquierda más dura de su partido, que nunca vio con buenos ojos la política económica del Gobierno de Lula, le ha marcado un tanto al presidente bajo el disfraz de la defensa de los derechos humanos, como afirma un editorial del diario O Globo.

De ahí una cierta expectación sobre lo que Lula pueda decir ahora en respuesta a la catarata de análisis y de editoriales sobre la sorpresa de un programa político y económico que contradice los siete años de Gobierno que le han dado una popularidad superior al 80%.

La primera señal de alarma sobre el nuevo programa fue lanzada por el ministro de Defensa, Nelsom Jobim, quien, junto con los tres comandantes del Ejército, presentaron a Lula sus dimisiones porque en el plan está incluida la posibilidad de revisar la ley de amnistía de 1979, que dio paso a la democratización del país tras la dictadura militar. Lula, que el día de las dimisiones se iba de vacaciones, confesó a Jobim que no había leído el texto y le prometió revisarlo. Ya de regreso en Brasilia, el presidente ha admitido que fue un error haber introducido el asunto de la amnistía. Pero el ministro de los Derechos Humanos, Paulo Vannuchi, declaró enseguida al diario Folha de São Paulo que, si se elimina del texto lo concerniente a la amnistía, también él presentará su dimisión.

Los ministros de Agricultura, Reinhold Stephanes, y de Desarrollo Agrario, Guilherme Cassel, también han acabado enfrentados. Para Stephanes, el programa aumenta la inseguridad jurídica, ya que concede más poderes a los Sin Tierra para poder invadir haciendas. El texto, según el ministro, es "un golpe a la agricultura".

En el mundo de las comunicaciones, las asociaciones de periodistas y empresarios se han unido a las duras críticas al programa. Según dichas instituciones, con el pretexto de defender los derechos humanos se propone limitar la libertad de expresión volviendo a la propuesta, que ya había sido derrotada, de crear un órgano del Gobierno que controle a las empresas del sector y decida hasta qué punto cada una de ellas está comprometida con los derechos humanos. El texto prevé retirar la concesión a las empresas de radio y televisión que no sigan las directrices oficiales del Gobierno en materia de derechos humanos. Una nota firmada por varias entidades del sector de la comunicación recuerda que la libertad de prensa es un derecho de los ciudadanos y no puede ser tutelada por órganos gubernamentales.

La posibilidad de una "democratización de la propiedad" ha alarmado a la clase media, que ha visto en el texto el eco de la "propiedad social" predicada por el presidente venezolano, Hugo Chávez. Y, por último, el énfasis que el programa pone en la posibilidad de gobernar el país a través de plebiscitos ha sido visto como una forma implícita de ataque al sistema democrático de los partidos y a la independencia de los tres poderes.

Una gran incógnita es qué parte ha podido tener en la redacción y aprobación del programa Dilma Rousseff, ministra de la Casa Civil y candidata favorita de Lula como aspirante a la presidencia, y si ésa va a ser su línea política en el caso de que en octubre gane las elecciones.

Y, entretanto, la oposición ha encontrado una mina en la ambigüedad del texto para avivar la alarma que despierta la posibilidad de que Brasil, ya sin Lula en el poder, siga la línea de los llamados países del eje bolivariano.



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