El caso de la violación y el asesinato de una niña de nueve años en El Salvador ha generado un movimiento ciudadano que reclama el esclarecimiento del crimen.
Además, la víctima se ha convertido en un símbolo contra los abusos de menores en un país donde se estima que un infante es violado cada día.
Todo empezó la madrugada del 4 de abril de 1999, durante las fiestas de Semana Santa, con el hallazgo del cadáver de una niña en la playa, a unos metros del rancho donde descansaban sus familiares, entre ellos jefes militares y policiales.
Katya, de nueve años, durmió aquella noche junto a su hermana, Marcela, de siete, bajo la tutela de su padre, Edwin Miranda, un capitán del ejército que se encargaba de la seguridad del entonces presidente de El Salvador, Armando Calderón Sol.
En principio, el caso fue registrado como un accidente más en las vacaciones de verano.
La madre de Katya, Hilda Jiménez, sepultó a su hija pensando que murió ahogada. Pero meses más tarde supo con detalles que Katya había sido violada y asfixiada en la arena, y que su cuerpo había sido echado al mar.
El juicio
En enero de 2000, el padre y el abuelo de la niña, Edwin y Carlos Miranda, respectivamente, fueron detenidos y posteriormente juzgados por la violación y el homicidio de la menor.
Pero la jueza a cargo de la causa los absolvió por falta de pruebas.
El juicio motivó una campaña para encontrar a los culpables del asesinato Katya. El Instituto de Derechos Humanos de la Universidad Centroamericana (IDHUCA) inició una investigación independiente del sistema judicial salvadoreño.
"Como institución, señalamos una serie de fallas procesales y vicios en la investigación", dijo a BBC Mundo Benjamín Cuéllar, director del IDHUCA.
Reapertura
Hace varias semanas, la Fiscalía General de la República (FGR) pidió perdón a la madre por la gestión anterior y ordenó recapturar al abuelo de Katya y a otras seis personas acusadas del secuestro de la menor.
Según el fiscal general Félix Garrid Safie, Carlos Miranda planificó el rapto de su nieta para imputarlo a un viejo enemigo con quien mantenía un litigio.
La teoría de la FGR es que Miranda habría sedado a la niña mientras dormía para entregarla a una banda de delincuentes y así incriminar a su rival.
Pero la banda presuntamente creyó que la pequeña estaba muerta y rechazó el trato, por lo que Carlos habría cambiado de planes y creado otro escenario, abusando y asfixiando a su nieta cuando ésta recobró el sentido.
"Doble persecución"
Debido a que el abuelo, el padre de la víctima y dos empleados fueron juzgados y absueltos en 2000 de los delitos de violación y homicidio, la defensa de Carlos Miranda sostiene que hay una campaña en su contra.
"Nosotros hemos alegado que es una doble persecución, ya que lo único que han hecho es cambiar el delito. Como argumento de fondo, creemos que el secuestro no se configuró", afirmó Luis Peña a favor de su cliente.
Pero la FGR objetó la posición del abogado, porque la acusación es diferente.
"Éste es un nuevo hecho que no se puede obviar. Estamos persiguiendo el delito de secuestro y no de homicidio", respondió Rodolfo Delgado, el jefe fiscal de la unidad contra el crimen organizado.
Amparo
Pero el ministerio público fue mucho más allá y presentó un recurso de amparo a la Corte Suprema de Justicia (CSJ) para que revoque la resolución emitida por el tribunal que llevó el caso hace diez años.
El hecho es inédito en el órgano judicial y abre la posibilidad de que el caso por violación y homicidio sea reabierto.
La madre de la víctima, Hilda Jiménez, dijo que el nuevo giro "es una sorpresa que la esperaba con ansias" y que albergaba la esperanza de "que la investigación de la muerte de mi Katy sirva en la lucha contra la violencia sexual de los niños".
Jiménez vive asilada con su otra hija en Estados Unidos, porque fue amenazada de muerte tras el primer juicio.
Y hace dos semanas, Carlos Miranda enfrentó una nueva denuncia por la violación de otra nieta que declaró ante un juzgado civil.
Debido a que la causa penal ya ha vencido, el tribunal evalúa que Miranda debe indemnizar por reparación moral.
Una violación diaria
Según el balance del Instituto Salvadoreño para el Desarrollo Integral de la Niñez y la Adolescencia (ISNA), la violación de menores es cotidiana: se produce una por día.
Solamente en 2007, el mayor número de violaciones a niñas se produjo en el grupo entre diez y 14 años, la mitad de las cuales fueron causadas por familiares o conocidos.
El ISNA registró entre enero y noviembre de 2007 un total de 340 denuncias por violencia sexual y 465 por maltrato infantil.
Ima Guirola, del Instituto de Estudios de la Mujer (CEMUJER), dijo que estos hechos "denotan una tolerancia de la violencia por parte de la sociedad y la fragilidad del Estado, que no logra garantizar el cumplimiento de los derechos".
"Estamos viendo que la casa es el lugar más inseguro para las mujeres, niñas y adolescentes", aseguró Guirola.
Para Benjamín Cuéllar, la posible reapertura por la violación y homicidio de Katya Miranda es paradigmática: "Podría sentar jurisprudencia en casos similares en los que la impunidad ha sido la norma".
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