El presidente francés ha estrenado el nuevo Airbus A330 en la reunión del G-20 en Seúl el pasado viernes
Nicolas Sarkozy, presidente de la República francesa, llegó ayer viernes pasadas las 08h20 al aeropuerto de Seúl, en Corea del Sur. No iba de vacaciones, sino en visita oficial para asistir a las maratonianas sesiones de la jornada del G-20, los líderes de la economía mundial.
Este hecho no tendría mayor relevancia si no fuera porque el presidente francés, que ha iniciado unas polémicas reformas en Francia para reducir el gasto público y sostener el sistema de pensiones alargando la edad de jubilación de los 60 a los 62 años, aterrizó en Seúl a bordo de un nuevo avión presidencial.
Tal y como desveló el enviado especial al G-20 del diario francés Le Monde, Sarkozy tomó tierra "en su nuevo avión presidencial", un Airbus A330, que él mismo calificó ante la prensa francesa del nuevo "Air Sarko One".
Hasta la compra de este nuevo avión, el presidente francés se trasladaba en viaje oficial en un aparato prestado de la familia Airbus, el A319, que durante años fue utilizado en viajes internacionales para el traslado del presidente de la República por su antecesor Jacques Chirac y el antiguo primer ministro socialista Lionel Jospin.
El corresponsal del diario francés relata que el consejero de comunicación del Palacio del Elíseo (la residencia del presidente), Franck Louvrier, a su llegada a Seúl, aseguró: "Tenemos internet a bordo, es magnífico", exclamó el alto cargo. El avión dispone de 60 plazas especialmente diseñadas para poder desplegarse y dormir convirtiendo los asientos en camas.
El nuevo avión de Sarkozy ha necesitado dos años de adaptaciones técnicas del exterior y el interior, así como del nuevo sistema de telecomunicaciones y de seguridad que ha sido desarrollado por la empresa Sabena Technics.
La empresa ha transformado el antiguo A330 de 324 asientos, que hasta ahora era explotado por la aerolínea Air Caraïbes, y el coste de la operación para las arcas de la República ha alcanzado los 156 millones de euros.
En plena crisis económica y de reducción de los gastos estatales, el primer ministro británico, David Cameron, rechazó en julio pasado fletar un avión presidencial y se trasladó a Washington en un avión de British Airways, compartiendo su plaza con el resto de viajeros, eso sí, en clase business, lo que supuso un ahorro para el Reino Unido de 200.000 euros.
El presidente Sarkozy no le ha gustado la decisión de Cameron y, al contrario de lo que ha hecho el premier británico, ha preferido seguir el modelo de Barack Obama y de la canciller alemana Angela Merkel. Esta última tendrá a su disposición a mediados de 2011 dos aviones modelo Airbus A340, con una autonomía de 16.000 kilómetros y tras abonar la factura de 650 millones de euros.
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