El descubrimiento del mapa genético completo de dos de los tumores más letales y su vinculación con múltiples mutaciones modifica las bases de la lucha contra la enfermedad
ELPAÍS.com - Madrid - 05/09/2008
El descubrimiento completo del mapa genético de dos de los tipos de cáncer más letales, uno cerebral y otro pancreático, realizado por los científicos del Centro Oncológico Kimmel de la Universidad Johns Hopkins de Estados Unidos ha revelado las razones que explican las dificultades que existen a la hora de encontrar una cura una vez se ha extendido el tumor y que, según sus conclusiones, se esconden bajo la mutación de numerosos genes sin un patrón establecido.
El nuevo mapa, elaborado a partir del estudio tumoral más completo que se haya realizado hasta la fecha, según destaca el propio centro, y en el que se han evaluado mutaciones en los más de 20.000 genes de 24 cánceres pancreáticos y 22 cerebrales, demuestra en opinión de sus autores que la mayoría de los casos están provocados por alteraciones en los procesos regulatorios que incluyen numerosas variables.
Según publica hoy la revista Science, este descubrimiento cambia el concepto acerca de los tumores sólidos y su control, así como de los fármacos u otros agentes que atacan los efectos fisiológicos de esos procesos. Bert Vogelstein, co director del Centro Ludwig de John Hopkins e investigador del Centro Médico Howard Hughes, ha destacado a la publicación que esos fármacos, más que las particularidades individuales de los componentes genéticos, probablemente constituyen un enfoque más útil para desarrollar nuevas terapias contra la enfermedad.
En la misma línea, su compañero de estudio, Kenneth Kinzler, profesor de oncología y codirector del centro, ha agregado a raíz de las conclusiones del mismo que "el panorama de los cánceres humanos es claramente mucho más complejo que lo que se creía hasta ahora". "Combatirlo va a ser una guerra de guerrillas más que un conflicto convencional porque hay decenas de genes mutados en cada uno de los tumores", ha asegurado.
En el cáncer pancréatico, las alteraciones incluyeron el sistema de control de daños en el ADN, la maduración celular e invasión tumoral correspondientes a entre un 67 y un 100% de los tumores. Además de los procesos, en ambos estudios se identificaron genes mutados, incluyendo 83 oncogenes en el cáncer pancréatico y 42 en la forma más letal de cáncer al cerebro, el glioblastoma multiforme.
También, se determinó una considerable sobreexposición de 70 genes en proteínas cancerígenas que están en la superficie de la célula o que son secretadas lo que los convierte en un blanco para un potencial diagnóstico.
Según Kinzler, considerar esas mutaciones de forma individual no parecerían ser un gran obstáculo. "Sin embargo, cuando operan de manera conjunta, se convierten en un enemigo que nos exigirá desarrollar nuevas estrategias para combatirlos", explica. Por este motivo, para el científico la mejor estrategia a largo plazo "será la detección temprana de los tumores, cuando el número de guerrilleros es todavía pequeño y todavía se les puede controlar".
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