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domingo, 10 de janeiro de 2010

Académicos tratan de explicar la intolerancia y el odio étnico

SPOKANE, Washington, EE.UU. (AP) - Nunca se ha estudiado a fondo el origen del odio entre personas, según Jim Mohr, de la Gonzaga University, que está desarrollando una nueva carrera académica enfocada en ese tema.

El objetivo es explicar una condición que afecta a la humanidad desde que en la época de las cavernas un individuo miró con recelo a otro.

"¿Qué genera ese sentimiento de odio?", pregunta Mohr, director del Institute for Action Against Hate (Instituto por una Acción Contra el Odio) de Gonzaga. "¿Y cómo se puede combatir eso?".

Gonzaga fundó el instituto hace una década, luego que algunos estudiantes negros recibieron cartas con amenazas. También comenzó a publicar un periódico de estudios sobre la intolerancia y el odio (Journal of Hate Studies), organizó una conferencia sobre el tema y ofreció este año su primer curso sobre el odio.

La esperanza es que otras universidades la imiten, dijo Ken Stern, del American Jewish Committee (Comité Judío Estadounidense) en Nueva York, que ha participado en esta iniciativa. "Queremos abordar el tema del odio desde una perspectiva más inteligente", manifestó.

Stern, quien lleva 20 años luchando contra el antisemitismo, dijo que la necesidad de estudiar el tema se hizo más acuciante con la aparición de organizaciones como Naciones Arias (Aryan Nations), que florecieron en esta región hace algunos años. De inmediato surgió un movimiento de resistencia, pero que no supo cuál era la mejor forma de combatirlo, afirmó Stern.

El experto dice que ni siquiera hay una buena definición de lo que es el odio.

Los filósofos ofrecen varias: René Descartes dijo que el odio era el impulso de rechazar algo que es malo. Aristóteles sostuvo que consistía en un deseo incurable de aniquilar un objeto.

En psicología, Sigmund Freud describió el odio como un estado del ego en que se quiere destruir la fuente de la infelicidad de uno.

Gonzaga, una universidad jesuita, tiene cinco profesores de distintas disciplinas que ofrecen clases sobre el tema.

Kayla de los Reyes asistió a una de esas clases y dijo que la información que recibió la horrorizó y al mismo tiempo le dio esperanza.

"El odio es una de las emociones humanas", manifestó. "Todo el mundo odia en un momento u otro. Hay que aprender a controlar ese sentimiento".

La idea es crear un centro académico donde se puede emplear una cantidad de disciplinas, incluidas historia, psicología, estudios religiosos, antropología y ciencias políticas, para analizar el odio.

Iniciativas de este tipo a menudo generan polémicas. Hay quienes dicen que se trata de formas de atacar las estructuras de poder dominantes.

"Se tiende a dar por sentado que el culpable es un típico hombre blanco", declaró Glenn Ricketts, de la Asociación Nacional de Académicos.

De hecho, de los Reyes dijo que uno de los tópicos más interesantes en las clases giraban en torno a los privilegios de los blancos.

El número más reciente del Journal of Hate Studies contiene artículos sobre la opresión de los gays, los experimentos de los nazis con los judíos, la guerra contra Aryan Nations, que postula la supremacía de los blancos, y el apoyo de los milicianos musulmanes a los atacantes suicidas.

Heather Veeder, quien trabaja en el instituto, dijo que la organización tiene una misión importante: "El odio florece en sectores que no han sido iluminados por la educación", declaró.

Stern opinó que resulta demasiado fácil atribuir el odio a la ignorancia. La gente puede tener muchos conocimientos sobre algo y odiarlo, destacó. El problema es cuando una persona o un grupo pueden privar de su humanidad a otra persona o grupo, catalogándolos de "distintos", dijo Stern.

"Los deshumanizamos y justificamos la violencia en su contra", afirmó.

No hay una respuesta sencilla que explique por qué la gente odia, declaró Mohr. El odio puede ser desatado por la codicia o el temor, o por una tribu que se une para pelear con otra. La gente que trata de ser admitida en un grupo odiará a los integrantes de otro grupo, expresó.

Mohr piensa que estos estudios pueden tener resultados positivos.

"Podemos cambiar", sostuvo. "Hay que tener esperanza".



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