Max Seitz BBC Mundo, Argentina |
Alberto Fernández ya había expresado su "cansancio" al frente de la Jefatura de Gabinete |
La dimisión, confirmada oficialmente en una carta enviada por el ahora ex funcionario a la presidenta, tiene como objetivo oxigenar la administración de Fernández y darle la posibilidad de una renovación.
En esa carta, Alberto Fernández habla de "la certeza de que se abre una nueva instancia " en el gobierno de Cristina Fernández, y sugiere a la presidenta "contar con un nuevo elenco de colaboradores para enfrentar la etapa".
El funcionario se alejó del gobierno a una semana de que el Senado rechazara el polémico esquema de impuestos a las exportaciones de granos por los que protestó el campo durante más de cuatro meses.
La votación fue desempatada por el vicepresidente de la nación y titular de la Cámara alta, Julio Cobos, quien se manifestó en contra de los tributos y desencadenó así una tormenta política en el Poder Ejecutivo.
Alberto Fernández era una de las figuras más influyentes del gobierno, no sólo políticamente sino también desde el punto de vista financiero, ya que tenía la atribución -concedida por el Parlamento- de redestinar partidas presupuestarias.
También era uno de los funcionarios más visibles de una administración que ha preferido el bajo perfil de sus ministros: era quien más hablaba con la prensa y participaba en controversias.
Se mantenía en su cargo desde la gestión de Néstor Kirchner (2003-2007) y ya había expresado su "cansancio" al frente de la jefatura de Gabinete durante tanto años.
Su renuncia fue aceptada por la presidenta Fernández, quien designó como reemplazante a Sergio Massa, el intendente de Tigre, un distrito situado al norte de la ciudad de Buenos Aires.
Massa -quien asumirá su nuevo cargo este jueves- pertenece al peronismo (en el poder), tiene 36 años y una buena relación con el gobierno.
Revés y más relevos
El viernes, el propio Alberto Fernández había sido el vocero de la derrota del gobierno al anunciar la derogación de los impuestos agrarios rechazados por el Senado.
Las llamadas "retenciones móviles" establecían que las alícuotas a la soja, el girasol, el maíz y el trigo aumentaban o disminuían según los precios internacionales de esos granos.
Esto demuestra que el conflicto con el campo no ha terminado, porque los líderes rurales están reclamando al gobierno un cambio de la política agraria Rosendo Fraga, analista político |
El gobierno defendía la medida afirmando que su objetivo era redistribuir la riqueza, pero los agricultores opinaban que los gravámenes, que podían superar el 40%, eran "confiscatorios".
La derrota en el Senado a manos de Julio Cobos no sólo produjo la derogación de las "retenciones" y el alejamiento de Fernández.
Además, el secretario de Agricultura, Javier de Urquiza, fue reemplazado por Carlos Cheppi, antes titular del Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA), a cuya asunción este miércoles no fueron invitados los dirigentes rurales.
"Que yo recuerde, es la primera vez que no están presentes", dijo a BBC Mundo el analista político Rosendo Fraga. "Esto demuestra que el conflicto con el campo no ha terminado, porque los líderes rurales están reclamando al gobierno un cambio de la política agraria".
Por otra parte, el gobierno despidió a seis funcionarios del Ministerio de Planificación vinculados al vicepresidente como una presunta represalia a la "traición" del vicepresidente.
¿Y la Concertación?
Según los analistas, la actuación de Cobos en la Cámara alta produjo una fractura en la llamada Concertación Plural, la coalición oficialista liderada por el peronismo y por miembros de la opositora Unión Cívica Radical (UCR) aliados al gobierno, además de referentes de otros partidos.
Fernández pierde a una de las piezas claves de su gobierno. |
El vicepresidente es, precisamente, uno de los llamados "radicales K" y muchos en Argentina se preguntan como será, de ahora en más, su convivencia con la presidenta Fernández.
"No hay que pasar por alto que además hay resquebrajaduras dentro del mismo peronismo, porque muchos legisladores votaron en contra del gobierno en el conflicto con el campo, optando por ser leales a los agricultores de sus distritos", advirtió Fraga.
Los observadores coinciden en que ahora el gobierno no sólo deberá recomponer la gobernabilidad, sino también la situación del país después del prolongado conflicto agrario.
Desde marzo, el campo protagonizó cuatro paros contra las "retenciones móviles" que consistieron en bloqueos de carreteras y la suspensión de la comercialización de granos.
El país estuvo al borde de una crisis de desabastecimiento, la economía -que crecía a un ritmo anual de un 8%- comenzó a frenarse, la inflación se disparó y el consumo y las inversiones cayeron.
En el plano externo, el conflicto en Argentina -el tercer productor mundial de soja- empujó hacia arriba los precios internacionales de los granos.
La presidenta Fernández decidió someter los tributos a debate en el Congreso en junio, cuando el enfrentamiento entre el gobierno y los líderes rurales llegó a su mayor grado de hostilidad, los "cacerolazos" volvieron a las principales ciudades del país y surgieron voces disidentes dentro del oficialismo.
La Cámara de Diputados aprobó los impuestos agrarios, pero el Senado no los ratificó. Todo pareció haber vuelto a cero, pero con un alto costo político, económico y social para Argentina.
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