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sexta-feira, 3 de abril de 2009

Una foto con Obama



Publicado Viernes, 03-04-09 a las 01:56
A mí, qué quieren que les diga, pero ese encuentro del G-20, ó 22, me recuerda a los ratones reunidos para conjurar el peligro del gato. El gato, es la crisis económica. Todos están de acuerdo en que hay que ponerle un cascabel. El cascabel es inyectar miles de millones de dólares o euros a sus sistemas financieros. ¿Quién se los pone? Obama dice que su país ya lo ha hecho y anima a los europeos a hacer lo mismo. Pero los europeos no están por la labor y ponen distintas excusas para escaquearse. Los alemanes, hartos de pagar las alegrías de sus socios comunitarios, dicen que ya han echado bastante dinero a sus bancos. Los franceses quieren remediarlo con más controles a las instituciones y transacciones financieras. Los ingleses simpatizan con los planes de Obama, pero no tienen dinero para respaldarlos. Los italianos son, como siempre, la alegría de la cita, pero esperan que sea otro u otros quienes paguen la factura. Mientras los representantes del mundo emergente preguntan si van a ser ellos los que tengan que pagar, una vez más, la juerga que se han corrido los ricos. Sin que nadie les responda.
En este panorama de caras largas y bolsillos cortos, el único feliz es nuestro presidente. José Luis Rodríguez Zapatero está en Londres como un niño con zapatos nuevos. Junto a Obama, rodeado de personalidades, lejos del odioso PP y de los dichosos nacionalistas, ayer sus amigos, hoy sus adversarios, ¿puede darse mayor felicidad? La única nube en el azul del cielo es esa intervención de la Caja de Castilla La Mancha, que le impide proclamar en aquel foro, como tenía previsto, que tenemos el mejor sistema bancario del mundo. Pero lo compensará pidiendo un mayor control en las finanzas internacionales, con lo que pagará a Sarkozy el haberle cedido una silla en la reunión de Washington, y una mayor transparencia de los paraísos fiscales, en lo que, de boquilla, están todos de acuerdo, incluidos los que tienen en ellos su dinero, como estoy seguro ha hecho más de uno de los que acompañan a Zapatero en Londres.
Pero ¿qué importa todo eso si ya ha podido cruzar unas palabras con Obama, aunque fuera a través de un intérprete, si va a entrevistarse con él y concertar su visita a España? Es, a fin de cuentas, de lo que se trata. Sólo un iluso puede imaginar que una crisis como ésta puede solucionarse en una sola sesión. Una crisis global requiere una respuesta también global, pero en Londres, cada asistente tiene una receta distinta. Menos mal que siempre queda el remedio de un comunicado sonoro e impreciso, y acordar reunirse de nuevo dentro de algún tiempo. Los que queden de la escabechina, claro, pues el gato sigue rondando sin cascabel. Aunque siempre les quedará la foto con Obama, como otros la tienen con Bush.

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