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quinta-feira, 14 de janeiro de 2010

"Se oyen gritos de socorro"


"Hemos visto fracturas, graves heridas craneales y no podemos dar una atención médica adecuada"

Los testimonios de testigos y supervivientes del terremoto en Haití dibujan un panorama dantesco

ELPAÍS.com / AGENCIAS - Madrid / Puerto Príncipe - 13/01/2010


Las calles de Puerto Príncipe, la capital de Haití, se han convertido en una trampa, con buena parte de los edificios a ras de suelo y bajo los mismos un número indeterminado de personas. Esas calles trampa son ahora el lugar más seguro para los que temen nuevas réplicas del terremoto que asoló el país, y el único techo para muchos de los que se han quedado sin casa.

La cooperante italiana de la Asociación de Voluntarios para el Servicio Internacional (AVSI) Fiammetta Cappellini dibuja un "panorama devastador". "Desde los escombros se oyen gritos de socorro de los que se han quedado dentro y los familiares se desesperan por la impotencia", relata. "Algunas áreas de la ciudad están sin luz y la gente se concentra en las calles, alrededor de hogueras, buscando consuelo unos en otros", según Stefano Zannini, uno de los trabajadores de la ONG Médicos sin Fronteras en Puerto Príncipe.

Su colega Hans van Dillen lamenta que la capital es, en estos momentos, incapaz de hacer frente a un desastre de tal magnitud. Con los centros sanitarios destruidos o con daños estructurales, la atención médica se realiza en el exterior en precarias condiciones. "Hemos visto fracturas abiertas, graves heridas craneales y, lo peor de todo, es que no podemos proporcionar a la gente los servicios quirúrgicos adecuados", ha manifestado Van Dillen.

"Los edificios más importantes han desaparecido, bloques enteros de varios pisos están en el suelo y un supermercado muy conocido, reducido a ruinas", ha contado la italiana Fiammetta Cappellini a la agencia Europa Press. A las 16.53 del martes (22.53 hora española) un fuerte temblor sacudió el país. Era un seísmo de magnitud 7,3 en la escala Ritcher. "Nada más producirse, por las calles vagaban personas presas del pánico y de la histeria, heridos buscando ayuda, había luces de alta potencia colocadas para poder llevar a cabo las actividades de rescate y todos los efectivos de la misión de estabilización de la ONU en el país movilizados para ayudar, aunque sus mismos trabajadores habían sufrido daños graves". Varios de los empleados que las Naciones Unidas tiene en Haití se encuentran bajo los escombros del edificio de Naciones Unidas que se ha derrumbado por el terremoto en Puerto Príncipe. "La casa que estaba al lado de la mía tampoco existe ya", ha lamentado Cappellini.

"Todo temblaba, era como un baile, la gente salía de los vehículos, corría y gritaba", ha dicho un testigo a la agencia EFE, quien ha asegurado que vio un carretera "abrise por la mitad" ante sus ojos. Parecía el infierno, sin luz, el pleno caos, de acuerdo con el testimonio de Rachmani Domersant, jefe de operaciones de la ONG Food for the Poor (Comida para los Pobres). "La ciudad estaba toda a oscuras, con miles de personas sentadas en las calles, con gente que corría, lloraba y gritaba".

"Se escuchan oraciones de agradecimiento de los que han sobrevivido"

Los testigos y supervivientes describen el espanto provocado por uno de los peores terremotos en la historia de Haití, el país más pobre de América. Los daños se dejan ver en todos los edificios de la capital, desde supermercados y hoteles hasta embajadas, catedrales y hospitales. Ninguno se ha librado. El palacio presidencial de Puerto Príncipe también se ha venido abajo.

Kristie van de Wetering, otra cooperante, en este caso de la ONG Oxfam Internacional, ha señalado que una capa de polvo cubre toda la capital y que "se puede oír a la gente pidiendo ayuda desde todos los rincones; se están produciendo réplicas y la gente está muy nerviosa".

"En medio de gritos y llantos, la gente ha pasado la noche al raso", ha asegurado el jefe de la delegación del Comité Internacional de la Cruz Roja (CICR) en Haití, Ricardo Conti. "La gente trata de consolarse los unos a los otros. Lo que se escucha por las calles son las oraciones de agradecimiento de los que han sobrevivido".

"Tememos una catástrofe de mucho sufrimiento"

El primer ministro haitiano, Jean Max Bellerive, ha declarado que los primeros cálculos apuntan a más de cien mil muertos. "Tememos que esto vaya a ser una catástrofe con muchos muertos, muchos heridos, muchas pérdidas de casas, de mucho sufrimiento", ha manifestado en conversación telefónica con ELPAÍS.com Françoise Gruloos, representante de Unicef en República Dominicana y encargada de las operaciones administrativas de la ayuda a Haití. "Hemos contactado con parte del equipo de Unicef y sabemos que están vivos, pero no sabemos nada de las familias. También estamos buscando a algunos colegas que están desaparecidos. La oficina de Unicef está muy afectada; parte del edificio está destruido y no tienen comunicación", ha proseguido. Gruloos ha indicado que "Haití es un país muy pobre que ha sufrido emergencias de todo tipo y estaba como empezando a salir de la miseria organizándose mejor".



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