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sábado, 1 de maio de 2010

Nada puede con la marea negra, que sube hacia Florida



Obama apuesta por mantener las perforaciones “seguras y responsables” en el mar

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Imagen aportada este viernes por la NASA en la que se muestra el avance de la marea negra hacia Florida / EFE
Las cifras de la batalla
Unas 2.000 personas participaban el viernes por la tarde en la respuesta inmediata a la marea negra en las costas de Luisiana, y se esperaba un despliegue tres veces mayor. Se habían tendido más de 66 kilómetros de barrera flotante en el mar y se tenían a punto 92 kilómetros más.
Se había conseguido recoger el equivalente de 20.313 barriles (más de 3 millones de litros) de petróleo mezclado con agua. Se habían movilizado 75 barcos. Soplaban vientos del sureste, que empujaban la mancha hacia el norte, y se esperaban lluvias que no harían sino empeorar la situación.
Actualizado Sábado , 01-05-10 a las 01 : 18
A pesar de los titánicos esfuerzos de todas las Administraciones, de los guardacostas, del ejército, del gigante petrolero BP y hasta de los presos sacados a toda prisa de las cárceles para ponerlos a trabajar contra la marea negra, está desbordaba y cualquier intento de hacerle frente es en vano. Olas de metro y media desafiaban las barreras flotantes y arrojaban el crudo a las costas de Luisiana, cuyo gobernador, Bobby Jindal, pedía recursos a la Casa Blanca para financiar el despliegue de 6.000 miembros de la Guardia Nacional. Mientras, el vertido apuntaba hacia Florida, donde también se declaró el estado de emergencia, igual que en Alabama, cuyo gobernador, Bob Riley, calificó el vertido de «grave amenaza a nuestro medio ambiente y a nuestra economía», informa la agencia Reuters.
Miles de personas trabajan a destajo las 24 horas del día. Se sufre lo indecible. Y nadie tiene soluciones y mucho menos respuestas. Después de que los submarinos accionados por control remoto de BP fracasaran en su intento de cerrar una válvula del pozo petrolero que estalló –nadie sabe aún por qué- el pasado 20 de abril, después de que ni acordonar la mancha ni incendiarla contuviera la amenaza, muchos empiezan a resignarse a una catástrofe ecológica comparable a la del hundimiento del «Exxon Valdez», hace veinte años.
Hablamos de la extinción de centenares de especies y de la fulminante desaparición del santuario ecológico de miles de peces, mariscos y aves. Y a la tragedia ecológica sigue la económica, pues hablamos de zonas enormemente dependientes de estos recursos amenazados, además del turismo.
Lo peor es que, además de no encontrarse por ahora ninguna solución, sigue sin conocerse la raíz del problema. BP ya ha confirmado las palabras del presidente Obama de que la compañía pagará la factura final de todos los esfuerzos de limpieza –es lo que dice la ley-, pero siguen sin aclarar, ni ellos ni nadie, qué ocurrió exactamente en la plataforma petrolífera Deepwater Horizon. ¿Qué pudo suscitar esta catástrofe?
Demasiado en juegoLa pregunta es seria porque aparte de posibles responsabilidades está en juego todo el futuro de la perforación petrolífera en el litoral de Estados Unidos. Barack Obama había decidido resucitar esta polémica práctica, pero lo que ha pasado en el Golfo de México no ayuda precisamente al «drill, baby, drill».
¿Da eso carpetazo a los planes de la Casa Blanca? No necesariamente. Hay demasiado en juego. Pero se han filtrado varios mensajes y discursos afirmando que el plan queda en suspenso o por lo menos a la espera de mayores garantías. Que conste que Obama no renuncia: él mismo defendió su apuesta a favor de mantener las perforaciones en el mar, siempre que estas sean “seguras y responsables”.
El presidente también dijo que ha pedido a su responsable de Interior que le elabore un informe exhaustivo de lo que ha pasado, y que lo quiere sobre su mesa antes de treinta días. Además el fiscal general del Estado, Eric Holder, ha despachado un equipo de investigadores a la zona. Oficialmente, para garantizar que se cumplen “todas las leyes” en beneficio de los afectados y que nadie queda desamparado, como pasó con muchos habitantes de Nueva Orleans cuando la desgracia del Katrina. Pero también, qué duda cabe, para echar un vistazo de primera mano al lugar del crimen. Si es que hay crimen.
Sin ir más lejos habrá que aclarar si BP se engañaba a sí misma o mintió conscientemente cuando declaró que la plataforma reventada escupía petróleo en el mar a un ritmo de 1.000 barriles al día, cuando en realidad lo estaba escupiendo a un ritmo cinco veces mayor. Para tratar de tomar el control de la negra hemorragia, el Departamento de Interior ha autorizado la excavación de un nuevo pozo alternativo. El problema es que puede llevar meses.


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