Dilma Roussef, jefa de la Casa Civil. | Reuters
Por tratarse de un asunto delicado, el presidente Lula se encargó de que los ministros estuvieran enterados: la jefa de la Casa Civil se había sometido a una cirugía plástica y ellos debían recibirla con la debida discreción.
Era un pedido razonable, pero cuando Dilma Rousseff entró en la sala de reuniones, sus colegas no pudieron ocultar el asombro pues el cambio era más radical de lo que esperaban. No era sólo que se había retocado la nariz y estirado la piel: la mujer que de inmediato se puso a ordenar sus papeles con fingida naturalidad, se había quitado diez años de encima.
"Estás muy guapa", exclamó el jefe de gobierno, y a socaire de ese comentario los demás la aplaudieron de pie. Que una dama –y ahora también los varones- se haga unos retoques es tan normal como ir a la peluquería, sobre todo en Brasil donde según el diario Folha de sao Paulo existen más de 7.000 clínicas especializadas.
Pero a la mujer más poderosa del gobierno, la que puede ser sucesora de Lula en la presidencia, le costó horrores tomar esa decisión. Dilma, de 61 años, combatió a la dictadura militar en las filas de la Vanguardia Armada Revolucionaria de Palmares (VARP), pasó tres años en prisión donde fue torturada.
Pertenece a la vieja guardia del Partido de los Trabajadores y ocupó el cargo de máxima confianza del presidente en el 2005, cuando José Dirceu se vio forzado a dimitir a raíz de un escándalo de corrupción. En un país donde la coquetería forma parte de la vestimenta, ella siempre fue una especie de monumento a la sobriedad revolucionaria.
Muchas veces criticó el culto que rinden sus congéneres a la belleza artificial y ponerse en manos de un cirujano plástico debió parecerle una especie de sacrilegio, incompatible con la austeridad que predicaba.
Se mantuvo firme en esa postura hasta que surgió el tema de su candidatura para las elecciones del 2010. La revista femenina 'Nova' afirma que fue el propio Lula, su mentor, quien le insinuó que con su obstinación no llegaría lejos.
Él mismo se tuvo que recortar la barba y bajar unos kilos para medirse con el social demócrata José Serra, un arbitro de la elegancia. La cuestión es que a comienzos del 2009, la ministra se tomó un asueto y con las tácticas de sigilo y despiste que aprendió en la guerrilla, se presentó en la clínica de Mohínos Plastic Center, en la ciudad de Puerto Alegre.
El médico que la atendió, Renato Viera, contó que la ministra se sometió a una bioplastia: una técnica más avanzada que las cirugías plásticas tradicionales. "En vez de usar el bisturí, se inyecta bajo la piel una pequeña dosis de metacrilato –un producto formado por microesferas- que luego se moldea como si fuese arcilla. No quedan cicatrices y la recuperación es mucho más rápida", señaló Viera, eminencia mundial en el campo de la estética facial.
"Dilma salió de la clínica como una mariposa que emerge de la crisálida
Pero la metamorfosis de la ex ministra de Energía y profesora de Economía y Teoría Monetaria no había concluido. Para estar a tono con su rejuvenecimiento, cambió su monocromático vestuario, parecido al de las primeras damas del Kremlin antes de la Perestorika, por trajes de colores vivos.
Se puso lentes de contacto en vez de las gruesas gafas que le conferían el aire de una maestra de antaño y acudió a Ivette Leloir, la cosmetóloga de María Leticia, esposa de Lula, para que le enseñara a maquillarse. "Un poco de sombra en los párpados, algo de rimel en las pestañas…Lo justo y necesario para resaltar sus bellos ojos", dijo Leloir a la prensa, cuyos comentarios acerca de la transformación de la favorita de Lula han sido bastante escuetos y respetuosos. Después de todo, no hubo la orgía mediática que Rousseff tanto temía.
Víctor de Quadras, artista plástico español, ha diseñado una máscara a semejanza de la "nueva" Dilma, para la edición del 2010, del carnaval de Río de Janeiro. "La versión antigua, con rostro de funeral, no tendría salida en un espectáculo festivo", señaló Olga Valles amiga de Cuadras y dueña de Condal, una fábrica especializada en el diseño de máscaras de políticos.
(a sindrome de zé dirceu não adiantou nada! quem será que "pagamos" pela plastica inutil dessa... pessoa?)
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