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segunda-feira, 30 de junho de 2008

El fútbol argentino rinde homenaje en Buenos Aires a los represaliados de la dictadura

LA SELECCIÓN DEL MUNDIAL DE 1978 VUELVE AL MONUMENTAL


  • Buenos Aires rememora la final del Mundial del 78 (Argentina 3 - Holanda 1)
  • Fue un acto de desagravio para los desaparecidos, muchas veces ignorados
  • Diego Maradona se había comprometido a asistir, pero no acudió al encuentro
El estadio de River Plate, en Buenos Aires, con un cartel en recuerdo de los represaliados. (Foto: EFE)
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El estadio de River Plate, en Buenos Aires, con un cartel en recuerdo de los represaliados. (Foto: EFE)

Actualizado domingo 29/06/2008 22:36 (CET)

JUAN IGNACIO IRIGARAY

BUENOS AIRES.- Treinta años y 30.000 desaparecidos después, en Buenos Aires se llevó a cabo este domingo una contra conmemoración de la conquista del Campeonato Mundial de Fútbol 1978 por la selección argentina de balompié, logro que entonces fue utilizado por la sangrienta dictadura militar que azotaba al país para maquillar su régimen genocida.

En el mismo estadio Monumental en que el equipo albiceleste, el 25 de junio de 1978, se impuso 3-1 a Holanda con dos goles de Mario Kempes, "el matador" del Valencia— se disputó el domingo un encuentro amistoso llamado "La otra final, el partido por la vida y los derechos humanos", entre dos equipos formados por algunos jugadores de aquella selección que dirigió César Menotti y jugadores de la selecciones argentinas sub 23, 20 y 18.

Los ya retirados jugadores Leopoldo Luque, René Houseman, Oscar Ortiz, Ricardo Villa, Daniel Valencia, Omar Larrosa, Jorge Olguin, Luis Galván, Héctor Baley, pisaron de nuevo el césped del Monumental. El popular Diego Armando Maradona, que no jugó el Mundial 1978, había comprometido su asistencia pero no se presentó al partido.

'30.000 detenidos-desaparecidos, presentes'

En las gradas del Monumental, la llamada platea 'San Martín media', permaneció cerrada al público como forma de repudio a los jerarcas de la Junta Militar que gobernaba por entonces: Jorge Videla, Emilio Eduardo Massera y Orlando Agosti, quienes, en junio de 1978 siguieron desde esas butacas los cuatro partidos que Argentina jugó allí, incluida la final. Y en la denominada tribuna 'Centenario' tampoco hubo gente. Solamente el silencio y una inmensa pancarta con la leyenda: "30.000 detenidos-desaparecidos, presentes".

El Premio Nobel de la Paz Adolfo Pérez Esquivel acompaña a las Madres de Plaza de Mayo en la marcha desde la ESMA. (Foto: EFE)
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El Premio Nobel de la Paz Adolfo Pérez Esquivel acompaña a las Madres de Plaza de Mayo en la marcha desde la ESMA. (Foto: EFE)

Antes del evento, el público se concentró a dos calles del Monumental, más exactamente frente al edificio de la Escuela de Mecánica de la Armada (ESMA), donde funcionó el mayor campo de exterminio de la dictadura. Por allí unos 4.500 opositores a la dictadura pasaron en tránsito hacia los 'vuelos de la muerte', o sea aviones militares desde los que eran arrojados por la noche, vivos y desnudos, al océano Atlántico.

Y desde la ESMA los manifestantes marcharon hasta el Monumental portando una inmensa bandera con fotos de los desaparecidos. Los organismos humanitarios estiman que hubo 30.000 desaparecidos, aunque sólo hay documentados unos 14.000 casos. Fue la primera vez que los retratos de las víctimas del genocidio argentino, que tuvo lugar entre 1976 y 1983, ingresaron a un estadio para recibir un homenaje en un partido de fútbol.

Amarga celebración

Un puñado de sobrevivientes de la ESMA aún recuerda que en 1978 desde sus mazmorras oían los gritos y festejos de los simpatizantes presentes en el "Monumental", entusiasmados con la faena de la selección nacional de fútbol. Y, aquel día de la conquista de la Copa del Mundo, los verdugos los sacaron a la calle para que celebraran, entremezclados con las miles de personas que se congregaron alrededor del obelisco porteño a cantar "¡Argentina!" dando saltos.

"Desde entonces nunca me llevé bien con el fútbol", confía Graciela Daleo, que pasó dos años como prisionera política en la ESMA y luego vivió exiliada en España.

Igual que hizo Adolf Hitler en los Juegos Olímpicos de 1933, la dictadura del general Jorge Videla usó el Campeonato Mundial de Fútbol 1978 como operación de propaganda, en un intento de blanquear el régimen frente a las acusaciones que pesaban sobre él en la ONU, la OEA y la Unión Europea sobre gravísimas violaciones a los derechos humanos: secuestros, torturas, ejecuciones sumarísimas y desapariciones de los opositores políticos.

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