La Conferencia de la ONU sobre el Clima "tomó nota" este sábado del Acuerdo de Copenhague, promovido por las potencias ricas y emergentes, lo que según un experto levanta los obstáculos a su aplicación, ante la imposibilidad de una adopción consensuada por los 193 países. Seguir leyendo el arículo
La cumbre sobre el clima de Copenhague alcanzó el viernes, gracias a la intensa participación de los jefes de Estado, un compromiso político de mínimos que tuvo una iracunda acogida cuando horas más tarde fue presentado al pleno de la reunión para su aprobación. El presidente estadounidense, Barack Obama, había calificado de "significativo" este acuerdo, sin valor jurídicamente vinculante, antes de que fuese sometido ante los 193 países que participan en la conferencia.
Como todos los demás artífices de este borrador, Obama partió de la reunión antes de la votación por los delegados. Venezuela, Bolivia, Cuba, Costa Rica, Nicaragua y el pequeño archipiélago de Tuvalu (océano Pacífico) expresaron sus protestas cuando tuvieron acceso de madrugada al acuerdo, que calificaron de "irrespetuoso" del procedimiento de Naciones Unidas.
Ante los airadas protestas, algunas de las cuales tildaron el acuerdo de "golpe de Estado a la Carta de Naciones Unidas", la sesión fue suspendida. Obama había sido el primero en reconocer que los progresos realizados a nivel de jefes de Estado habían sido "insuficientes". El acuerdo se obtuvo al término de una jornada de idas y venidas, especialmente por parte de Obama.
El presidente estadounidense llegó a Copenhague a primera hora de la mañana y, tras pronunciar un discurso ante el pleno de la reunión que suscitó vivas críticas, primero se reunió con el primer ministro chino Wen Jiabao, después con los líderes de la Unión Europea, de nuevo con Wen, y por último con el grupo de potencias emergentes denominada BASIC (Brasil, Sudáfrica, India y China).
El presidente brasileño, Lula da Silva, "jugó un papel muy activo en este proceso", explicó el embajador de Brasil para el clima, Sergio Serra. "Creo que se tomaron varias decisiones importantes y no pocas de ellas gracias a la mediación brasileña", consideró Serra.
Pero "no anticipamos que sea el resultado que todos esperábamos porque muchas cuestiones deberán ser dejadas para una reunión o reuniones" en 2010, precisó.
Correrá a cargo de la canciller alemana, Angela Merkel, organizar una nueva ronda de negociaciones en Bonn dentro de seis meses para adelantar la negociación de cara a la próxima conferencia de la ONU sobre el clima, prevista en México a fines de 2010.
Como anfitrión de la próxima conferencia, el presidente mexicano Felipe Calderón afirmó asumir el "enorme compromiso de que ahí podamos fundar un instrumento jurídicamente vinculante" a partir de la declaración política alcanzada este año. "Este acuerdo está lejos de ser lo que muchos esperábamos y lo que el mundo necesita", afirmó Calderón, llamando a "emprender las negociaciones necesarias de inmediato, tomando en cuenta que la Humanidad nos está reclamando acuerdos concretos, de avance sólido".
El compromiso político de Copenhague recoge un número mínimo de cuestiones de forma vaga, como el reconocimiento de la necesidad de limitar el aumento de la temperatura media del planeta a 2º C. La cuestión crucial de la reducción de emisiones de gases de efecto invernadero a medio plazo (para el año 2020) será decidida en enero, según el texto.
Los objetivos a largo plazo (2050) no son siquiera mencionados. También refleja el compromiso de EEUU de otorgar 3.600 millones de dólares a los países más vulnerables de aquí a 2012 para ayudarlos a adaptarse a los impactos del cambio climático.
En cuanto a la delicada cuestión de la verificación de las medidas de reducción de emisiones realizadas por los países en vías de desarrollo, "se optó por una redacción que acabó siendo aceptable para todos, que habla de un mecanismo de consultas internacionales y no de comprobación", explicó Serra.
"Creo que es un acuerdo bastante flojo. No cumple con las expectativas que había de la conferencia de Copenhague", afirmó Josef Leinen, representante alemán en el Parlamento Europeo. "Es un fracaso de Naciones Unidas", consideró Pierre Radanne, consejero climático para países africanos y experimentado observador de estas negociaciones. Asegurando no haber acudido a la cita para contentarse con palabras, sino para tomar decisiones, Obama había advertido ya por la mañana al pleno de la conferencia: "este no es un acuerdo perfecto y ningún país obtendrá todo lo que quiere".
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