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domingo, 27 de setembro de 2009

Versión única ya se impone en los medios de Venezuela






El Universo

Venezuela experimenta un proceso sistemático de disminución de
la libertad de expresión,
si se analizan las tres dimensiones de este derecho universal:
buscar,
recibir y difundir información.
ejemplo, la prensa no tiene certezas de lo que hace el
presidente Hugo Chávez
porque no puede acceder a la& agenda diaria; a muchas ruedas
de prensa
no entran periodistas que el régimen identifica como de
“oposición”

las cámaras de televisión no pueden
ingresar a la Asamblea, es decir, las imágenes que se difunden
al país
solo tienen el matiz oficial los ministros y funcionarios no
acuden a los medios
de “oposición”; en un foro a un opositor y un chavista es
algo prácticamente imposible.
También se registra incapacidad de acceso a datos sensibles
para tomar decisiones que
mejoren la calidad de vida ciudadana.
Por ejemplo, se denuncia que desde el 2007 no se publica
el boletín epidemiológico porque el Ministerio de Salud
argumentó que los medios hacían un uso político
La polarización se acentúa en la sociedad venezolana
Con dudas en sus La pérdida absoluta del concepto de
tolerancia es lo peor que le
pasa a Venezuela, asegura Pedro Nikken, ex titular de
la Corte Interamericana de
Derechos Humanos. medios de comunicación,
cada vez más con posturas radicales,
ya sean oficiales o de oposición.
Es un mismo tema. Pero la prensa chavista dice una cosa.
Y la de oposición otra totalmente distinta.
Los unos aseguran que el inicio de clases en Venezuela,
el pasado miércoles 16, fue un éxito; los otros,
que el 80% de los estudiantes no fueron a las aulas.
Todo esto, en medio del contexto del debate por
una polémica nueva Ley educativa que entró en vigencia.
¿A quién creer?
VVlibre, un grupo de trabajadores anónimos del canal
de televisión Venevisión,
ocultos en la red social Twitter, pide que no le crean a este
tradicional medio venezolano que,
antes y durante el golpe del 2002, era de abierta crítica
al gobierno chavista,
pero que desde el 2004 comenzó de manera paulatina a
tener una línea editorial cada
vez más complaciente con el régimen.

Sus actualizaciones diarias en la web son críticas:
“Cifras que no verá en nuestro canal.
La inseguridad cobra más de 40 vidas este fin de semana en Caracas”
, dice una.
“El segmento Guerra al narcotráfico de la mañana fue acordado
entre el comandante de
la GN (Guardia Nacional), Freddy Carrión, y José de la Cotera
(directivo del canal)
el martes 15”, denuncia otro.

sentarse una noche, ver la televisión, chequear en la mañana
los periódicos,
salir a las calles de Caracas y recorrerla y conversar con
taxistas, académicos,
comunicadores, sociólogos, diplomáticos, ciudadanos de a pie,
para percibir el ambiente de polarización extrema que tiene
la sociedad venezolana.
En sus paredes, pintarrajeadas con rojizas consignas
revolucionarias y
contrarrevolucionarias, se plasman los gritos, angustias,
amores y odios
de una sociedad dividida y que paradójicamente vive,
a través de sus medios
de comunicación, una fuerte limitación al acceso
a la información pública.
Venezuela, inmersa en su revolución de una década, aquella que,
a través de la estrategia de su presidente Hugo Chávez,
quiere caminar con la espada de Bolívar por América Latina,
experimenta un proceso sistemático de disminución
de la libertad de expresión si se
las tres dimensiones de este derecho universal: buscar, recibir y
difundir información.

con ese proceso porque las posturas casi únicas y
radicales de la prensa,
ya sea chavista o de oposición, dejan poco espacio a
los ciudadanos para tratar de
entender su mundo de una manera equilibrada al recibir
la información.
Y si a ese periodismo de posturas radicales se suman
las trabas oficiales
para buscar, acceder y difundir esa información pública,
el coctel de desinformación
ciudadana se oscurece.

? Los periodistas no tienen certezas de lo que hace
el presidente Hugo Chávez.
Ese derecho simple que, por ejemplo, tienen los comunicadores
ecuatorianos, el saber,
en la generalidad, la agenda diaria del Presidente,
allá es una utopía para
los críticos del chavismo. A muchas ruedas de prensa del Gobierno
no entran
periodistas que el régimen identifica como de “oposición”,
solo los oficiales y
alineados, y las cámaras de televisión están prohibidas de ingresar
a la
Asamblea Nacional.
Es decir, las imágenes que los venezolanos reciben de lo que
hacen sus legisladores solo tienen una matriz:
el canal oficial de la Asamblea.
Fue una medida radical a una cobertura de la cadena opositora
Globovisión,
que a principios de año aseguró, en vivo, que un diputado de la
Asamblea oficialista  veía pornografía en una computadora.
Luego se demostró que lo que el legislador chequeaba era un
correo electrónico
sobre el cáncer de mama.
Otro ejemplo de limitación es el de las entrevistas

a ministros o funcionarios. “El mayor problema es el acceso a la

información pública”, dice Carlos Correa, director ejecutivo de

Espacio Público, una organización no gubernamental que trabaja por
la

libertad de expresión en Venezuela y que, desde el 2004,
sistematiza en

un informe anual los casos de atentados contra este derecho
en este país.

Él explica que los ministros y funcionarios no acuden a l
os medios calificados

de oposición y que sentar en un foro a un opositor y
un chavista es algo

prácticamente imposible. dificultades? La incapacidad de
acceso a datos sensibles para tomar decisiones que mejoren
la calidad de

vida de los ciudadanos es una de ellas.“Desde el 2007 no se publica
el boletín epidemiológico.
Nosotros no sabemos nada de ninguna enfermedad (…).

El ministro (de Salud) dijo que los medios hacían un uso político
del tema”,

afirma Mariana Belalba, abogada de Espacio Público.
boletín epidemiológico
(informe público sobre la situación de las enfermedades)

los venezolanos solo reciben lo que los funcionarios deseen.
No hay cifras claras de la gripe porcina en estos días,
por ejemplo

. boletín semanal dejó de publicarse en agosto del 2007,
y luego de denuncias

se publicó con intermitencias en diciembre del 2007,
enero del 2008 y enero del 2009,

cuando se dio  el último informe, según el Dr. Héctor Parra,

un especialista en epidemiología y ex presidente de la
Sociedad Venezolana de Salud

Pública del Estado Lara, que escribe en su blog
epidemiah1n1.blogspot.com
El director de epidemiología del Ministerio de Salud,
José Luis Montiel, dio su argumento para ocultar las cifras:
“Si empiezan a utilizar el boletín epidemiológico para
desestabilizar,

para el golpismo o para el terrorismo, no podemos permitir
que con nuestro propio

instrumento que estamos empleando para la toma de decisiones
y la mejora de la

salud del pueblo vengan los medios de comunicación a hacer
oposición y hagan

terrorismo mediático y le creen un problema de
salud mental a la población

venezolana”.
Difundir, un riesgo
Si la búsqueda y el recibir información en Venezuela
tienen problemas,

la tercera dimensión de la libertad de expresión,
difundir esa información,

también tiene dificultades.
las sabe bien Jesús Hurtado,

periodista del diario El Mundo, de la cadena Capriles.
A él, hace poco,

lo patearon y golpearon con palos en la calle durante
el ataque de un grupo

de chavistas a comunicadores de esta cadena que repartían volantes
críticas a

la nueva Ley de Educación. Las repartió, recalca, porque
“es ciudadano” y tiene

derecho a pronunciarse sobre lo que cree inconveniente.
“Las agresiones contra los medios es una política de gobierno
Busca cerrarlos”, recalca Hurtado, quien es delegado
al Sindicato Nacional de

Trabajadores de la Prensa de Venezuela.
Él explica todo el proceso oficial
de acaparamiento mediático, que se puede resumir
en cuatro fases: presionar,

asfixiar, comprar y relanzar medios.
Las presiones son administrativas y legales,

con amenazas de cierres y procesos contra periodistas
(desde el 2008 hasta agosto del 2009 hay registrados 42 casos de
hostigamiento judicial); las asfixias llegan quitando publicidad
estatal

en un país que tiene un aparato burocrático gigantesco;
la compra de medios se da por parte de afines al régimen y el
relanzamiento puede

transformar a medios hostiles en unos con líneas editoriales
amistosas para

el gobierno.
Todo, en un panorama que habla de seis canales de
televisión oficiales y más de

500 medios de línea gobiernista, según referencias y
estudios especializados,

como el de Marcelino Bisbal, editor del libro Hegemonía y
control comunicacional.

La presión tiene en estos días un aditamento especial.
Hay una espada balanceándose sobre 206 emisoras radiales a
las que no se han

identificado, ya que se anunció un cierre de 240 emisoras
por irregularidades,

según el Consejo Nacional de Telecomunicaciones, y 34 ya fueron
cerradas el pasado

julio.
Y mientras la espera asusta a miles de trabajadores radiales,
diversos periodistas venezolanos coinciden que, dentro de las radios,
la autocensura campea por el temor a ser los próximos;
aumentan negociaciones

para cambiar líneas editoriales y comienzan a mutar
espacios de noticias y

opinión críticos a segmentos de farándula.
Eso lo ratifica Nelson Belfort, presidente de
la Cámara Venezolana de Radiodifusión,

en una entrevista con el diario español ABC: “Sé que Unión Radio
(cadena de emisoras) ha empezado a autorregularse o autocensurarse.
Redujeron el programa de cuatro horas diarias, que tenía
la profesora

Marta Colomina, a una sola hora. El programa ‘Runrunes’ de Nelson Bocaranda en
la Onda 107.9 FM también fue suspendido”.
Somos Radio es un grupo de los que quieren pelear contra el miedo.
Integrado por personal de radios cerradas y de otras que creen
que pueden cerrarse, han abierto espacios de diálogo para advertir
sobre la medida y las negociaciones que aseguran se realizan
para cambiar líneas

editoriales y evitar clausuras. En calles, parques,
o mediante redes sociales

del internet, buscan frenar más cierres.
más personas que hablan del temor como arma,
pero que están decididos a frentearlo.

Caroline de Oteyza, que dirige el Centro de Investigación de la
Comunicación de la Universidad Católica Andrés Bello, es de
las que sabe

lo que es marchar codo a codo los sábados por las calles de
Caracas.

Las marchas son parte del panorama de una sociedad acostumbrada
a ir a las

vías a protestar y que también ya asume como costumbre las contramarchas
del oficialismo.
“Llaman a las periodistas  y les dicen: Mira, sabemos a
qué hora sale su hijo.

No sigas”, comenta sobre el miedo que se trata de infundir.
clase de amenazas no asustan a Mercedes de Freitas, directora
ejecutiva de

Transparencia Internacional en Venezuela.
Ella tiene una frase sencilla para los que hablan de huir:
“Yo no me voy a ir de mi país”.









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