FUNCHAL, Portugal (AFP) - Las excavadoras y palas mecánicas trabajaban a fondo este lunes en Funchal, capital de Madeira, donde los socorristas temen encontrar nuevas víctimas del temporal que el sábado devastó esta isla portuguesa del Atlántico, con saldo provisorio de 42 muertos.
El lunes a mediodía, el gobierno regional mantenía el balance, publicado el domingo, de 42 muertos, a los que se suman cuatro desaparecidos, y señaló que 18 cuerpos seguían sin identificar en la morgue instalada en el aeropuerto internacional de Madeira. De los 120 heridos, 18 seguían ingresados en el hospital.
En declaraciones al Jornal de Madeira, Miguel Albuquerque, alcalde de Funchal, capital regional transformada en un gran lodazal, declaró "temer bastante" que el número de víctimas "aumente".
El gobierno portugués anunció el lunes, tras un consejo de ministros extraordinario, un duelo nacional de tres días y su intención de solicitar la ayuda al Fondo de Solidaridad de la Unión Europea.
El presidente portugués, Anibal Cavaco Silva, anunció que viajará a la isla el miércoles para "expresar su solidaridad con las poblaciones afectadas" y para comprobar la magnitud de los daños.
Más de 270 máquinas pesadas y 148 camiones fueron requisados para ayudar en las operaciones de limpieza de escombros y de barro, arrastrados por lluvias torrenciales que cayeron en la isla el sábado, provocando inundaciones y avalanchas que mataron a 42 personas, según un balance provisorio.
La inquietud era grande sobre todo en torno a los centro comerciales, cuyos estacionamientos subterráneos estaban aún anegados, a pesar de los esfuerzos de decenas de bomberos por despejar los lugares.
Según testigos, los automovilistas se habrían refugiado en esos aparcamientos cuando la lluvia se intensificó el sábado al mediodía.
La situación era particularmente inquietante en el centro comercial de Anadia, completamente arrasado, en la parte baja de la ciudad.
A mediodía, se había logrado vaciar el primer piso de este estacionamiento de dos niveles y no se había descubierto ningún cuerpo sin vida. Sin embargo, según fuentes policiales, los perros rastreadores habían detectado un olor a cadáver.
Aparte de Funchal, la región más afectada por las inundaciones y avalanchas era Ribeira Brava, a unos veinte kilómetros al oeste, donde numerosos edificios se encontraban en peligro de derrumbe.
En esta zona, tramos enteros de la vía rápida de circunvalación de la isla habían desaparecido y numerosas rutas secundarias estaban cortadas.
El presidente del gobierno regional, Alberto Joao Jardim, pidió a los habitantes que permanecieran en sus casas "para no entorpecer a los socorristas y evitar correr riesgos".
Este lunes, la prioridad del gobierno regional era el restablecimiento de los servicios básicos, cuando numerosas comunas estaban privadas de agua y de electricidad.
En Funchal, el ayuntamiento instaló camiones cisterna en numerosos barrios, para distribuir agua potable. En el resto de la isla, las autoridades recomendaron "hervir el agua antes de consumirla".
La portavoz del gobierno regional, Conceiçao Estudante, declaró a mediodía "que los problemas de agua y de electricidad estaban resueltos en varias zonas, aunque persistían en la ciudad baja de Funchar".
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