"La última vez que hablamos con Tolo fue a las 9.15 horas. Sólo se le oía un hilo de voz. Se durmió dulcemente, sin sufrir nada". La doctora María Antonia Nerín, experta médico y gran conocedora de los efectos de la altitud en el cuerpo humano, narra las últimas horas del alpinista mallorquín fallecido en el Annapurna.
Desde el campamento base, junto con el doctor Morandeira y Javier Pérez, cámara y compañero de Carlos Pauner, ha mantenido un intenso contacto con sus compañeros retenidos en las alturas. En especial con Calafat, con quien establecían contacto cada media hora.
"Es posible que tuviera algún episodio repetitivo a lo largo de sus últimas horas, pero por los síntomas que detectamos desde el campamento base, Tolo Calafat no padeció edema, murió por el enorme agotamiento al que sometió a su organismo".
La doctora Nerin basa en su diagnóstico por las conversaciones mantenidas con el mallorquín las últimas 24 horas. "Cuando anoche establecimos contacto con él, le pedimos que activara su teléfono satelital y determinase su posición exacta y lo hizo sin ningún problema. Conectar el aparato y buscar las coordenadas es una operación con cierta complejidad que es incapaz de hacerlo nadie afectado por edema", concluye.
Según refiere, durante su escalada, y como ocurre normalmente en las ascensiones al Himalaya, los alpinistas pasan varias jornadas al límite: apenas prueban bocado, beben mucho menos de lo que necesitan su organismo y la permanencia durante tantas horas en alta cota, merma todas sus facultades. "Esto agota elementos como el potasio, desencadenando hipopotasemia y afectado por ellos, eres incapaz de mover un músculo".
Oiarzabal y Pauner se recuperarán pronto
A salvo en el campo base, Nerín y Morandeira ya aplican sobre Juanito y Carlos los protocolos médicos para que se recuperen de sus lesiones. Pauner está afectado por una ceguera de altura, consecuencia de su exposición prolongada a la luz solar y Juanito tiene congelaciones en los pies y la nariz. Nada grave, por suerte.