Luis Izquiel //
Las próximas elecciones parlamentarias serán una buena oportunidad para cobrársela
Venezuela está viviendo la más dura crisis de su historia contemporánea. Males que en el pasado habían marcado a nuestra sociedad, hoy han regresado y se han sumado a otros nunca imaginados. Desde el poder se inventan las más inverosímiles versiones para justificar la situación, pero la población está cada día más consciente que el verdadero culpable es el hombre que irresponsablemente ha dirigido al país en los últimos 11 años.La crisis bancaria era previsible. Desde hace años se había advertido sobre la existencia de un grupo de empresarios "boliburgueses" que, al amparo de algunos miembros del entorno presidencial, se dedicaban a hacer negociados a costa del erario público. De esta forma, adquirieron entidades bancarias y luego compraron otras, utilizando los depósitos del público. Todo esto fue denunciado previamente. El Presidente se hizo el desentendido hasta que los bancos quebraron. Por acción u omisión es responsable.
El mal manejo de las finanzas públicas hizo inevitable la devaluación de la moneda. Buena parte de los ingentes recursos que ingresaron al país, producto de los altos precios petroleros, fueron regalados a distintos países. Otros se destinaron a satisfacer los caprichos armamentistas presidenciales. En la bonanza, se estatizaron empresas que hoy están al borde de la quiebra. Con esta medida, de solo un plumazo, el salario de los trabajadores se redujo a la mitad. La inflación se disparará. El culpable de esta debacle económica tiene más de una década en Miraflores.
El caos de energía ha conllevado a improvisados cortes eléctricos en todo el territorio nacional. El caos no tiene precedentes. La crisis es producto de la falta de inversión y mantenimiento en la red de distribución y generación de electricidad en Venezuela. Los platos rotos los pagamos los ciudadanos. Hay pronósticos que indican que en pocos meses media nación pudiera estar a oscuras.
Las verdaderas consecuencias de esta grave situación todavía están por verse. La falta de luz hará que muchas industrias y comercios tengan que cerrar, trayendo más desempleo. En la total oscuridad, la ya desatada delincuencia actuará con mayor impunidad. Con la devaluación, sólo el gobierno ganará, ya que contará con más bolívares para seguir haciendo proselitismo político. Gobierno rico, pueblo pobre.
Tal vez lo único positivo de esta dura realidad sea que los que todavía creen en la estafa del socialismo del siglo XXI, quizás ahora dejarán de hacerlo. Esta vez, excusas como "El Niño" o la "IV República", no desviarán la atención. Identificado el culpable, el pueblo pasará factura. Las próximas elecciones parlamentarias serán una buena oportunidad para cobrársela.
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