- Una empresa española convierte viejos vagones en viviendas de 24 y 34 m²
Un piso, un apartamento, un chalé, un ático... Las opciones de vivienda son múltiples, pero si hay una que resulte original, ésa es la casa-vagón. Se trata de vagones de tren en desuso que son transformados en hogares ecológicos. La empres amadrileña Wagonstill es pionera en España en el 'tunning' de vagones. Por un precio medio de 40.000 euros, uno puede adquirir un vagón y convertirlo en 'una casa a cuestas'.
Miguel Huidobro, gerente de la empresa, explica que la idea se gestó en 2006 cuando planeaba crear un alojamiento rural y un médico le propuso que pensara en la opción de vagones de tren inactivos. Desde entonces, ya ha fabricado cuatro casa-vagones y ha vendido dos.
La parte más compleja del proceso de creación de esta vivienda es la adquisición de los vagones obsoletos, ya que escasean en el país. "Se consiguen mediante subastas de Renfe, por medio de Emfesa -sociedad que se encarga de la enajenación de materiales ferroviarios-, empresas de transporte de mercancías -como Transfesa-, particulares e incluso a través del Centro de Estudios Históricos del Ferrocarril Español (CEHFE.)", señala Huidobro. El precio en origen de los vagones de mercancías en desuso ronda los 8.000 euros, mientras que los de viajeros -más grandes- los consigue a partir de 30.000 euros.
La empresa estudia actualmente 70 pedidos
Mª Carmen de Miguel, gerente de ventas de Emfesa, afirma que "los vagones que vende a Wagonstill son comprados a Renfe, cuando éstos están totalmente amortizados y en desuso". "Los precios de venta son variables y dependen tanto del tipo de vehículo como del estado de conservación", añade la gerente. Desde el CEHFE, se indica que los vagones que ofrecen a Wagonstill "rondan los 50 años y se consiguen por particulares o chatarreros".
"La restauración del vagón es un trabajo muy arduo" –admite Huidobro-, "ya que requiere mucha labor de rehabilitación". Para ella, primero se limpia el vagón, se lija la madera y se pule el hierro, y todos los puntos de luz se cierran con soldaduras o chapas. A partir de ahí, "se aísla tanto por fuera como por dentro para después incluir las conducciones de agua y luz y, finalmente, se dan los acabados", explica.
Particulares y hoteles rurales
Estas viviendas, cuya superficie oscila entre los 24 m² y los 34 m², suelen tener casi la misma distribución: uno o dos dormitorios, con o sin cocina, y un baño. Los materiales empleados son lo más ecológicos posibles, siendo el más usado el aislante de lana de roca. Entre sus ventajas destaca que son económicas, pintorescas, ecológicas, tienen una buena ventilación y no requieren construcción alguna.
Dos vagones en fase de rehabilitación. | G. Arroyo
El perfil del comprador va desde particulares hasta empresarios con negocios rurales y hosteleros. "La casa-vagón más peculiar y sugerente que me han pedido ha sido una en la que sólo había en su interior un jacuzzi, una chimenea y una cama", confiesa el gerente. "También hubo un cliente que me pidió que toda la luz del interior de la casa viniera de abajo, excepto un foco central de arriba", agrega.
El traslado de las casas-vagón se realiza mediante un camión con góndola de cama baja y la ayuda de una grúa y, hasta ahora, Wagonstill no ha encontrado trabas legales para su instalación.
La empresa ha notado la crisis tanto para bien como para mal. Por un lado, ha percibido un aumento en las peticiones de casas-vagón. Sin embargo, Huidobro advierte que "no logra cerrar las operaciones". Pese a eso, de momento, la empresa no piensa salir en el futuro al mercado extranjero ya que, aunque valora mucho el mercado francés, ingles y alemán, en España tiene suficiente demanda. Wagonstill estudia actualmente 70 proyectos "de los cuales 60 son viables". "Confiamos cerrar al menos 30", subraya Huidobro.
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