Las víctimas fueron ejecutadas a tiros por traficantes de una favela rival
JUAN ARIAS - Río de Janeiro - 17/06/2008
Las favelas de la ciudad brasileña de Río de Janeiro, siempre martirizadas, están revueltas e indignadas con la noticia de la detención de 11 militares acusados de vender a tres jóvenes a los narcos de una favela rival para ser ejecutados. En la favela Morro de la Providencia, donde los tres jóvenes fueron secuestrados y después asesinados a tiros, cientos de sus moradores se enfrentaron ayer a pedradas a los militares que patrullaban el barrio.
El comisario de la Policía Civil Ricardo Domínguez, tras interrogar durante seis horas a los 11 militares, pidió la prisión temporal de los mismos por homicidio. Se trata de un oficial, tres sargentos y siete soldados, todos ellos acusados de vender a los tres jóvenes a los traficantes de droga de la favela Morro da Mineira, rival de la favela Morro de la Providencia. No se conoce aún el precio de la horrible transacción. Los militares habían intentado secuestrar a cinco, pero dos consiguieron huir.
Los cuerpos de los tres jóvenes —Welington González, de 19 años; Marcos Paulo da Silva, de 17, ambos estudiantes, y David Wilson de 23, padre de una niña de seis años, peón de albañil— fueron encontrados en medio del fango, desfigurados tras haber recibido más de 20 tiros en la cabeza, la mayoría en el rostro. Los tres habían sido llevados antes a un cuartel del Ejército. De allí fueron conducidos por los militares, según testigos oculares, a la favela Morro da Mineira, donde los jóvenes fueron ejecutados y colocados en un camión de la basura. El comisario Domínguez, que durante seis horas interrogó a los militares, no tiene dudas: “Puedo asegurar que los militares secuestraron a los tres jóvenes y los entregaron a los traficantes de Morro da Mineira”.
Falta saber si los tres jóvenes, antes de ser ejecutados, fueron también torturados, como es práctica habitual en los narcos en estos casos. Cuando fueron encontrados, los cuerpos de los tres jóvenes estaban ya en estado de putrefacción.
El hecho vuelve a replantear la conveniencia de que el Ejército ocupe las favelas más violentas. Se sabía de la corrupción de ciertos sectores de la policía de Río en connivencia con los narcos, pero el incidente conocido ahora revela que ésta ha llegado también al seno del Ejército.
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