Washington, 15 abr (EFE).- El movimiento conservador "Tea Party" finalizó hoy en Washington su marcha por todo Estados Unidos con las miras puestas en el Capitolio, del que quieren eliminar, como un "tsunami", a los legisladores que han apoyado con su voto la excesiva injerencia del Gobierno y la subida de impuestos.
Sin la presencia de su 'estrella' más conocida, la ex gobernadora de Alaska y ex candidata a la vicepresidencia Sarah Palin, los líderes de este movimiento agruparon en el centro de la ciudad, a medio camino entre la Casa Blanca y el Capitolio, a varios miles de personas descontentas con la marcha de la Administración de Barack Obama.
Con pancartas que caricaturizaban a Obama como una serpiente en un jardín plagado de ultraliberales, como un vampiro hincando sus colmillos en la Estatua de la Libertad o como el 'Joker' socialista de Batman, los simpatizantes del "Tea Party" apelaron a Dios, rezando, para que ponga freno a las ansias intervencionistas del Ejecutivo.
"Rogamos al Señor para que nuestros impuestos sean invertidos en lo que realmente importa, para que el Gobierno acabe con su intrusismo en nuestras vidas y nos permita recuperar las libertades que nos otorga la Constitución", oraron los asistentes, con la mirada en el suelo.
El acto celebrado hoy en la Capital estadounidense puso fin a una marcha de tres semanas por todo el país, en la que este movimiento conservador, situado a la derecha del partido republicano, ha blandido sus armas contra la subida de impuestos, el aumento del gasto público y en general las 'ansias' reguladoras de la Administración.
La elección del día de hoy, 15 de abril, para culminar la marcha no es casual, pues es la fecha que los estadounidenses tienen como límite para presentar sus impuestos sobre el patrimonio y la renta.
"No me avergüenzo de pagar impuestos, pero quiero que me den explicaciones de en qué los están invirtiendo", dijo una de las asistentes a la manifestación.
En los últimos meses, el "Tea Party", que adoptó el nombre de una revuelta de los colonos contra la corona británica en 1773 en la que abordaron un cargamento de té y lo echaron al mar, ha cobrado relevancia con sus ataques viscerales a los demócratas y las intervenciones populistas de su cara más conocida, Sarah Palin.
Hoy, esta agrupación se considera lo suficientemente madura como para lanzar una campaña para derrotar en las elecciones al Congreso del próximo mes de noviembre a los demócratas que más han atacado, en su opinión, los principios de la Constitución estadounidense.
A la cabeza de sus "bestias negras" se encuentra el senador demócrata de mayor rango en el Senado, Harry Reid, de Nevada, al que culpan de la aprobación de los rescates bancarios, la reforma de salud o la subida de impuestos.
"Somos un tsunami y vamos a devolver este país a los principios de nuestra Constitución", afirmó hoy, entusiasta, Sharron Angle, la mujer a la que el "Tea Party" quiere sentar en el escaño que Reid ocupa por Nevada, el próximo noviembre.
"Nunca voy sola a los actos. Siempre voy acompañada de Dios y del que es mi marido desde hace 40 años", gritó la candidata, en un tono que recordaba al que esgrime Sarah Palin en sus intervenciones públicas.
El "Tea Party", que tiene en su lista de objetivos a otra docena de demócratas en el Congreso y el Senado, se precia de haber logrado con su movilización popular que Harry Reid vaya por detrás en las encuestas o que el republicano Scott Brown venciera en las elecciones al Senado por Massachusetts, un estado tradicionalmente liberal que fue representado durante décadas por Edward Kennedy.
También se atribuye el mérito de haber forzado la retirada de Bart Stupak, un demócrata antiabortista cuyo apoyo fue clave para que saliera adelante la reforma del sistema de salud en el Congreso.
En noviembre "vamos a devolver el país al camino que marca nuestra Constitución, y vamos acabar con el intrusismo del Gobierno", aseguró el responsable de la marcha, el locutor de radio Mark Williams.
Tras las elecciones, la meta del "Tea Party" será permanecer como un movimiento de base con capacidad para "exigir responsabilidad al Gobierno, y defender nuestra capacidad de expresarnos", señaló a Efe uno de sus dirigentes, el escritor Mark Owens.
"Desde luego, lo que no nos planteamos es constituirnos como un partido y lanzar a nuestros propios candidatos. Si lo hiciéramos, se nos vincularía con un líder en concreto, y eso acabaría con nuestra libertad para opinar y expresarnos", explicó.
"Eso no quita que tengamos capacidad para apoyar o criticar a un candidato de uno u otro partido. Que lo tengan claro -advirtió- estamos aquí para quedarnos". EFE
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