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CURICO, Chile (AP) - Un grupo de hombres y niños rodea una fogata frente a los escombros de las que hasta el viernes eran sus casas, ahora convertidas en montones de escombros.
"Estábamos durmiendo cuando sentí el temblor, muy fuerte, me paré y me fui a la puerta... cuando terminó y miré para atrás, en medio de la polvareda vi a mi vieja que estaba en la cama, bajo los escombros", contó a The Associated Press Claudio Palma, de 76 años.
Palma y otra decena de hombres cuidan las ruinas de sus hogares que hoy son sólo escombros de adobe y maderos. Vive con su mujer, Claudia Palma, de 76 años, y no quiere abandonar su casa, que ahora parece todo menos eso.
Todo el casco antiguo de la ciudad de Curicó, 196 kilómetros al sur de Santiago, quedó en el suelo por el terremoto de magnitud 8,8 que el sábado por la madrugada devastó el centro-sur de Chile, dejando unos 300 muertos.
Erika Vásquez, 28 años, y su grupo familiar de 14 personas están refugiados en tres pequeñas carpas que levantaron en el parque Alameda, al frente de la que fue su enorme casa de adobe, en el sector céntrico de la ciudad.
"Nos dijeron que nos fuéramos a otro lado, pero tenemos nuestras cosas ahí", dijo mostrando los escombros de lo que por 44 años fue el hogar de su familia. Las autoridades locales habilitaron albergues, pero la mayoría de los damnificados rehusa alejarse de sus viviendas, pese a que están en el suelo, por temor a perder lo poco que quedó entre las ruinas.
Veinticuatro horas después del terremoto, Curicó aun carece de energía eléctrica y agua. Por la noche se ve a muy pocas personas caminando por las calles, demasiado oscuras, para no tropezar con escombros o evitar un asalto.
Fabián Miners, 22 años, encargado de reclamos de la Gobernación, dijo a la AP que recién están levantando un catastro de los daños del temblor. Incluso la cifra de muertos y heridos es preliminar. Dijo que en Curicó y sus zonas aledañas murieron unas 90 personas, de las cuales alrededor de 50 vivían en esta ciudad.
Explicó que la mayoría de los muertos son mayores de 50 ó 60 años, y que es probable que por impedimentos físicos o malas decisiones, como salir corriendo a la calle cuando el suelo aun se remecía violentamente, cayeron o fueron aplastados por las gruesas paredes de adobe de sus viviendas.
En casi todo el centro de la ciudad se observan casas en el suelo, montones de cornisas caídas, montones de escombros, y muchos letreros de locales comerciales destruidos a medio caer.
Gerardo Muñoz, de 47 años y concejal de la municipalidad de Curicó, dijo que "dentro de lo malo, lo menos malo es que la mayor cantidad de los sectores afectados son céntricos. No son tan vulnerables".
Muñoz sacó a padre, Daniel, de entre los escombros de su vivienda, a un costado de la Gobernación y de la plaza de armas. El concejal dijo que la mayoría de las iglesias de la ciudad resultaron con severos daños.
Curicó, habitado por unas 300.000 personas, fue declarada zona de catástrofe junto a otras decenas de ciudades y poblados azotados por el terremoto, que requieren de urgentes recursos económicos para levantarse. La declaración de zona de catástrofe permite obviar trámites burocráticos y destinar más rápido los dineros para ayudar a los damnificados.
La ministra de Vivienda, Patricia Poblete, dijo la víspera que un millón y medio de casas resultaron dañadas, de las cuales unas 500.000 deben ser demolidas. Las comunas aledañas a Curicó, como Iloca y Constitución fueron castigadas por el agua del Pacífico que se desbordó, en los que unos consideran fue un tsunami y otros un aumento anormal del oleaje.
Sin importar el nombre técnico, en Constitución el mar llegó hasta la plaza de armas, donde había más gente que lo habitual porque celebraban un carnaval, dijo Juan Antonio Coloma, líder de uno de los dos partidos derechistas que llevaron al poder al magnate Sebastián Piñera, que el 11 de marzo, ya como presidente, deberá hacerse cargo de la reconstrucción del país.
