TEGUCIGALPA (AFP) - El conservador Porfirio Lobo asumió este miércoles como presidente constitucional de Honduras con la tarea de reconciliar al país y poner fin a la crisis surgida por el golpe de Estado de junio de 2009 que marcó el aislamiento internacional del país centroamericano.
Lobo, de 62 años, juró como presidente para un periodo de cuatro años en un acto efectuado en el Estadio Nacional, durante el que sancionó el decreto de amnistía política para los involucrados en el golpe de Estado del 28 de junio de 2009 que depuso al presidente constitucionial Manuel Zelaya, aprobado el martes por el Congreso.
"Prometo ser fiel a la República y cumplir y hacer cumplir las leyes", declaró Lobo ante el flamante presidente del Congreso, Juan Orlando Hernández, amigo y correligionario en el Partido Nacional (derecha).
"Acabamos de salir de la peor crisis de nuestra historia (...) y hemos demostrado al mundo que somos un país amante de la libertad y de la paz", dijo Lobo, hijo de una rica familia de la oligarquía agraria de Olancho, en un discurso en el estadio lleno de gente.
"Seré presidente para todos, porque Honduras somos todos", agregó, tras agradecer la gestión del mediador en la crisis hondureña, el mandatario costarricense Oscar Arias.
Como había prometido tras ser electo, Lobo designó un gobierno de unidad nacional en el que nombró a tres ex rivales de la oposición en las elecciones del 29 de noviembre.
Uno de los primeros actos como presidente será acompañar al mandatario depuesto Manuel Zelaya desde la embajada de Brasil, su refugio desde hace más de cuatro meses, hasta el aeropuerto Toncontín para partir al exilio a República Dominicana.
Con la asunción de Lobo se espera que Honduras vuelva a ser aceptada en el concierto de las naciones democráticas del que fue aislada tras el golpe de Estado de junio y el nombramiento de un gobierno de facto dirigido por Roberto Micheletti, entonces presidente del Congreso.
No obstante, a la toma de posesión asistió un reducido grupo de dignatarios extranjeros: el presidente dominicano Leonel Fernández (quien fue abucheado por parte del público), el panameño Ricardo Martinelli, el taiwanés Ma Ying-jeou y el vicepresidente colombiano Francisco Santos.
También acudió el jefe de la diplomacia estadounidense para América Latina, Arturo Valenzuela.
La Organización de Estados Americanos (OEA) anunció que enviará una misión al país para analizar su retorno al ente continental, del que fue suspendido luego del golpe, mientras el Banco Centroamericano de Integración Económica fue el primer organismo en informar que reanudará sus aportes a Honduras.
El conflicto hondureño no sólo polarizó al país, sino que enturbió las relaciones entre el presidente estadounidense, Barack Obama, y los gobernantes latinoamericanos de izquierda, que se han resistido a reconocer las elecciones del 29 de noviembre en las que venció Lobo, del Partido Nacional (PL, derecha), con una mayoría aplastante.
Zelaya había convocado el 28 de junio una consulta popular cuyo fin último era reformar la Constitución para cambiar el sistema político y permitir la reelección presidencial, pese a la oposición de la justicia y el Congreso.
Uno de los últimos actos de Micheletti fue sancionar el decreto aprobado por el Congreso, el 13 de enero, mediante el cual Honduras se retira de la Alianza Bolivariana para las Américas (ALBA) promovida por Venezuela, a la que Zelaya adhirió al país en agosto de 2008.
Micheletti, quien abandonó las actividades públicas la semana pasada pero este miércoles acudió a una misa, acusó al presidente venezolano Hugo Chávez de interferir en los asuntos internos de Honduras.
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