LISBOA.- El gobierno portugués ha efectuado un simulacro de terremoto para estar prevenido. A lo largo del fin de semana van a realizar pruebas de evacuación de heridos para dar la mejor respuesta a la catástrofe más probable de suceder en Lisboa. Pero la mayor parte se realizaron la noche del viernes, a partir del momento en que, desde el Instituto de Meteorología, se avisó de que la ciudad había sufrido un seísmo de magnitud 6,7 en la Escala de Ritcher, la misma que se registró en 1909.
La Autoridad Nacional de Protección Civil ha tenido en cuenta este terremoto para elaborar el plan de emergencia, que ha sido tan anunciado en los medios de comunicación que algunos portugueses llegaron a creer que el terremoto iba en serio y llamaron a Protección Civil para contar que realmente habían sentido el temblor de tierra.
Pero la tierra no tembló en Lisboa como lo hizo el 1 de noviembre de 1775 dejando más de 30.000 muertos. Ni se movió como el 23 de abril de 1909. Pese a ello, todas las fuerzas de seguridad, policías, guardia nacional, Ejército y protección civil actuaron como hubiera sucedido. Las críticas han llegado por parte de quienes sostienen que, al saber de antemano dónde iban a estar los focos afectados por el seísmo, era más fácil coordinar las tareas de salvamento. Aún así, en el terreno, la situación era diferente.
El terremoto se registró a las 15.50 horas, según el Instituto de Meteorología y el plan antisísmico se puso en marcha a las 16.41. En esos primeros minutos, lo más difícil fue coordinar la comunicación entre las diferentes fuerzas operativas que debían actuar en la zona. Superada esa fase, se procedió a instalar el cuartel general en la base aérea 1 de Sintra.
Uno de los puntos más afectados por el seísmo se encontraba al otro lado del Tajo, en Porto Brandao. Ya que la única carretera que llega hasta allí quedó cortada por corrimientos de tierra, tuvo que ser la Marina la que proporcionase los medios para llegar hasta el local. Supuestamente había 12 heridos, de los que, a pesar de los esfuerzos humanos y técnicos, dos murieron.
Uno de los primeros falsos heridos atendidos fue Alfonso Santos, de 45 años. El techo se le vino abajo sin que pudiera hacer nada y quedó preso bajo unos barrotes. Tuvo que ser socorrido por los bomberos, que tardaron unos 40 minutos. Aunque no le dolía nada, se sentía algo mareado. Fue enviado al hospital.
Lo mismo sucedió con Elder Ferreira, de 28 años. Estaba trabajando en la huerta cuando la tierra tembló bajo sus pies. Se cayó y se partió una pierna. Contó que no tuvo tiempo de sentir miedo, porque todo sucedió demasiado deprisa.
Un ataque de histeria imprevisto
Para llegar a los heridos, las fuerzas operativas tuvieron que derrumbar la puerta de una vivienda. Cuando su dueña, Indalina da Conceiçao Santos, de 70 años, se dio cuenta, le entró un ataque de histeria. Ésta fue la única circunstancia no prevista en el simulacro, así que los vecinos y la policía trataron de calmar a la señora, que insistía, a gritos, en que no les habría costado nada pedirle permiso. Su única preocupación era saber si, al no tener puerta, se habrían escapado el perro y el gato.
Mientras evacuaban a los heridos, el ministro de Administración Interna, Rui Pereira, llegaba a la base de Sintra, para conocer el balance de la situación. Eran las 21.40 horas cuando el comandante de Protección Civil, Gil Martins, explicó al ministro y a los medios de comunicación los pasos efectuados durante esas horas en las que se produjeron varias réplicas de menor intensidad. Hasta el momento habían registrado una veintena de muertos y más de 100 heridos.
La idea de este simulacro es crear un plan nacional antisísmico que, en la práctica pueda evitar catástrofes como las de 1755 y 1909. Es prácticamente imposible predecir cuándo será el próximo terremoto en Lisboa y si los daños calculados en este simulacro no habrán sido demasiado pequeños para lo que en realidad podría suceder. Por ello, en cuanto esté acabado el plan antisísmico, el gobierno elaborará otro simulacro, esta vez sin avisar a los lisboetas, porque muchos de ellos, al estar informados, evitaron las zonas en las que se iban a realizar las pruebas, lo que facilitó las tareas de rescate.
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