"Este animal carece de los órganos especializados sensibles a la luz que llamamos ojos, pero aún así puede ver la luz", cuenta Shawn Xu, profesor de la Universidad de Michigan
ELPAÍS.com / EFE - Madrid / Washington - 06/07/2008
¿Es posible ver sin ojos? Antes de responder, piense en la lombriz C. elegans. El gusano apenas mide un milímetro, pero su transparencia y el hecho de que no sea especialmente delicado le convierten en un cobaya de laboratorio perfecto. Tanto, que dos de los últimos premios Nobel de Medicina (los de 2002 y 2006) están relacionados con el estudio de este pequeño animal.
Pero, aunque parezca lo contrario, el hábitat natural del C. elegans no son los laboratorios de estudios genéticos, sino la tierra. Siempre vive bajo el suelo porque una exposición prolongada a la radiación ultravioleta A de la luz solar lo mata.
Y como en su milímetro de longitud la Naturaleza no ha dotado al C. elegans de ojos, los científicos creían, hasta ahora, que no podía detectar la luz. Pero un estudio de la Universidad de Michigan (EE UU), publicado en la revista Nature Neuroscience, sostiene que pese a no tener ojos el pequeño gusano ve la luz.
"Este animal carece de los órganos especializados sensibles a la luz que llamamos ojos, pero aún así puede ver la luz", ha dicho Shawn Xu, el profesor de fisiología molecular que ha encabezado la investigación.
Útil para los estudios sobre la visión humana
Según Xu y sus colegas Alex Ward y Jie Liu, el C. elegans tiene un primitivo sistema visual que le alerta cuando se aproxima a la superficie. Y también tiene la clave "para estudiar los elementos de construcción del sistema visual y las causas de las enfermedades de los ojos en los humanos".
Los investigadores destacan que los seres humanos y el C. elegans emplean muchas de las mismas reacciones químicas para convertir la energía de la luz en señales eléctricas. En otras palabras, el gusano podrá usarse para estudiar los componentes que construyen la visión humana y cómo trastornos en esas reacciones provocan enfermedades de los ojos.
El descubrimiento añade, además, nuevos datos al debate sobre la evolución de los ojos, que son una de las estructuras más complejas en la naturaleza.
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