Brasil admite la falta de preparación de los controladores aéreos
Las autoridades reconocen que los técnicos no saben inglés y que esto representa un "peligro real"
JUAN ARIAS - Río de Janeiro - 16/06/2008
Los controladores de vuelo brasileños son pocos, están mal pagados, tienen sobrecarga de trabajo y, sobre todo, muy pocos saben inglés.
Este último punto, el escaso manejo del inglés, representa un "peligro real" de accidente, según aseguran las propias autoridades en un documento que fue revelado ayer por el diario O Globo. En dicho documento, enviado por las Fuerzas Aéreas Brasileñas (FAB) a la Organización Internacional de Aviación Civil, se admite que la falta de dominio del inglés de los controladores de vuelo es un factor de peligro real, que puede llevar a crear accidentes calificados de "severidad mayor". Puesto que este nivel de riesgo supera lo admitido por las normas internacionales, las FAB han tenido que preparar un plan con "medidas de mitigación". Entre ellas, que los pocos controladores de vuelo que dominan el inglés se turnen para que siempre haya uno de ellos en la sala de control.
Según el documento de las FAB, entre 2003 y 2007 hubo en en el país 10 incidentes (casi accidentes) aéreos en los que la falta de conocimiento del inglés tuvo un papel decisivo. De ellos, tres fueron críticos; es decir, casi provocaron un accidente mortal. Sin embargo, las FAB tratan de minimizar el peligro, dado que el tráfico aéreo internacional en Brasil supone sólo el 7% del total. A pesar de todo, las FAB se han visto obligadas a colocar a Brasil en una categoría de riesgo medio, lo que supone la asunción de medidas urgentes.
Entre las categorías de peligro de accidente, Brasil figura en la de "riesgo remoto", lo que implica posibilidad de incidentes cada pocos meses, debido a la falta de dominio del inglés de los controladores. Después vienen las categorías de "riesgo improbable" (posibilidad de accidente cada tres años) y de "riesgo extremadamente improbable" (un incidente cada 30 años). Por encima de la categoría en la que figura Brasil están las de "riesgo frecuente", o de un incidente cada dos días, y la de "riesgo ocasional", o de una o varias veces al mes.
Tras el gravísimo accidente registrado en septiembre de 2006 entre un Boeing de la compañía Gol y una avioneta Legacy pilotada por estadounidenses que sólo hablaban inglés, con un total de 154 muertos, las FAB han venido impartiendo cursos acelerados de inglés a los controladores, algunos de ellos por Internet. A raíz de este accidente se hizo pública la precariedad en la que trabajaban los controladores de vuelo, que acabaron rebelándose en una protesta que llevó a muchos de ellos a la cárcel. Aquella crisis desembocó en la caída del entonces ministro de Defensa, Waldir Pires, y de los responsables de la cúpula de la Aeronáutica, y la apertura en el Senado de una comisión de investigación.
Una catástrofe anunciada tras varios meses de caos
La pista de aterrizaje no tenía ranuras para días de lluvia
SAN PABLO (De nuestro corresponsal).- El peor accidente en la historia de Brasil no es un hecho aislado sino un nuevo capítulo, el más trágico, en la crisis que desde hace meses vive la aviación civil brasileña, y lo más insólito es que la tragedia de ayer puede haber sido producida por una negligencia fatal: la pista de aterrizaje de Congonhas no tenía las ranuras indispensables para frenar el avión en caso de lluvia.
La pista había sido reformada en mayo, pero todavía no había sido realizado el "grooving", marcas en el piso que permiten una mayor adherencia cuando el suelo está húmedo. Las autoridades de Infraero, la estatal del gobierno de Luiz Inacio Lula da Silva que controla los aeropuertos, habían determinado que la pista podía funcionar así sin problemas porque en invierno las lluvias escasean en San Pablo. Pero el tiempo puede ser imprevisible: llovió el lunes y el martes. El lunes derrapó un avión y el martes, el de la tragedia.
Este año ya habían patinado en esa pista otros cuatro aviones. Uno de ellos quedó con la nariz inclinada sobre la avenida Washington Luis, la que ayer fue atravesada por el avión de TAM.
Antes de la reforma (inconclusa), el Centro Nacional de Investigación y Prevención de Accidentes había ordenado que los aterrizajes y despegues fueran suspendidos en caso de lluvias. El costo político que le estaban produciendo los atrasos en los últimas semanas al gobierno de Lula puede haber motivado la utilización de la pista hasta las últimas consecuencias. "El aeropuerto comenzó a operar por presión popular; esto es la crónica de una tragedia anunciada", opinó el experto Gianfranco Beting, consultor de la industria aérea.
Brasil vive un caos aéreo que está volviendo un suplicio volar en el país. Y ese caos responde a una combinación de factores que generaron una bola de nieve que, una vez más, terminó en desastre. Por un lado, los sistemas de control de vuelo son, según sus propios operadores, de mala calidad; los controladores de vuelo eran pocos, mal entrenados -algunos no hablaban ni inglés- y tenían que hacer horas extras quedando sobre presión; Infraero es un organismo controlado por autoridades militares que no se sometían al control normal del Estado, ofreciendo siempre como respuesta que el sistema de tráfico aéreo brasileño "es de los mejores del mundo".
El desastre de Gol, que mató 155 personas en septiembre pasado, hizo salir a la luz la mala administración del sistema de aviación civil del país.
Controladores, sintiéndose acusados, comenzaron a revelar los problemas, a trabajar a reglamento y realizar paros. Eso inició una serie de demoras que hacía que la gente sufriera hasta un día de atraso, generaba manifestaciones de pasajeros en los aeropuertos, que, irritados, se enfrentaban a los empleados de las compañías aéreas.
Para doblegar al grupo de controladores de vuelo que realizaba trabajo reglamento para pedir mejora de las condiciones de trabajo, aumento salarial y más personal, el gobierno mandó detener al controlador (militar, impedido de organizarse sindicalmente) y contrató nuevos controladores. Sin embargo, según los propios controladores, la seguridad no está garantizada porque todavía le falta entrenamiento a los nuevos encargados de esa tarea
En plena crisis aérea y política, la ministra de Turismo, Marta Suplicy, les dio una recomendación a los pasajeros que pasaban horas y horas tirados en los corredores de los aeropuertos: "Relájate y goza", les dijo, mientras abordaba aviones de la Fuerza Aérea Brasileña, sin atrasos. El ministro de Hacienda, Guido Mantega, ofreció otra interpretación. "Es el precio del éxito" ya que, según su interpretación, los problemas se debían al exceso de pasajeros.
El sistema de aviación civil brasileño presenta gravísimas fallas que incluyen, además de una administración política deficiente y un ministro de Defensa que va a viajar a París en plena crisis, una concentración económica en apenas dos grupos: sólo TAM y Gol definen hoy los precios (altísimos en comparación con cualquier país del mundo) y las políticas para su propio sector.
Ayer, en una conferencia de prensa, el vocero del presidente Lula prefirió no responder a la pregunta de un periodista: "¿El presidente se siente seguro de aterrizar en Congonhas?"
La columnista de Folha de S. Paulo Eliana Catanhede describió la situación en forma clara: "Lo que explotó ayer no fue sólo el Airbus de TAM. Fue también el resquicio de credibilidad que quedaba del sistema de vuelos en el país y la capacidad del gobierno y su conjunto de órganos responsables de manejar la situación. Lo que quedó es el caos. Junto con el dolor, la perplejidad y la sensación de que no hay más arreglo. Lo que todo el mundo se pregunta ahora es: «¿Cuándo va a ser el próximo?»"
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