Las grandes firmas tecnológicas están preparadas para la revancha, pero ninguna podrá dar un paso atrás en su legado: poner en el centro al usuario
Día 07/10/2011
Hace apenas un par de días, durante la presentación en Cupertino del nuevo modelo de iPhone, el mundo sufrió dos decepciones seguidas: la primera fue que no hubo iPhone 5;
y la segunda, más dolorosa, que no apareció Steve Jobs. Los
periodistas, los desarrolladores, los usuarios, la gente... todos, en
fin, esperaban que, aunque sólo fuera durante un instante fugaz, Jobs
apareciera para bendecir el acto y, de paso, a su sucesor. Los que lo
vieron, lo saben: Tim Cook no es Steve Jobs. Y nunca lo será.
Sin
embargo, y a pesar de su más que justificada ausencia, aún quedaba un
hilo de esperanza. Jobs siguió siendo, ese día y todos los días que han
pasado desde su renuncia como director ejecutivo de Apple, una presencia
que acompañaba y que apoyaba, incluso desde la distancia, las palabras y
los hechos de sus sucesores. Pero su muerte, aunque anunciada, ha
supuesto una brusca ruptura de ese tenue cordón umbilical. No. Steve Jobs ya no estará allí,
ni para dar consejos ni para corregir desde la sombra el rumbo de la
compañía que él mismo fundó hace tantos años. Ya no inventará más
maravillas, ni contagiará a nadie con sus ideas revolucionarias, ni
volverá a arengar a su equipo para que le sigan ciegamente en sus
visiones de un mundo más fácil y mejor gracias a la tecnología.
El
mundo, sin Steve Jobs, será sin duda un mundo peor. Y eso es así porque
el legado de Steve Jobs no son solo sus creaciones (los Mac, los iPod, los iPhone, el iPad...)
sino toda una filosofía que, sin él, podría perderse para siempre y que
se resume en esta frase suya: «El usuario no sabe lo que quiere hasta
que no se lo enseñas». El usuario, la persona, sus necesidades, sus
gustos... Esa fue siempre la clave. Steve Jobs colocó al usuario en el
centro de su imperio tecnológico y se esforzó al máximo para comprender
lo que los usuarios, las personas, le estaban pidiendo a gritos a la
tecnología. Y vaya si lo consiguió. Esa comunión con los gustos y las
necesidades de la gente es, ha sido siempre, la clave de todos sus
éxitos y el auténtico esqueleto de todos sus logros.
La receta de su éxito
Con ese objetivo absolutamente claro, Jobs se lanzó a librar, y a ganar, una y mil batallas. Ningún enemigo era lo suficientemente grande o temible:
ni la industria discográfica mundial, que no tuvo más remedio que
hincar la rodilla y cambiar sus cimientos; ni la poderosísima industria
de la telefonía móvil, ni los gigantes consagrados de la informática...
Jobs entró en todas esas «fortalezas» como un elefante en una
cacharrería. Las puso, literalmente, patas arriba y las cambió para
siempre.
Para
conseguirlo, utilizó, y replicó en sus diferentes batallas, un mismo y
único modelo. Un método que, sorprendentemente, le funcionó todas las
veces. De forma muy simplificada, la «receta» de su éxito podría ser la
siguiente:
1.
Se selecciona un campo de actuación (la música, la telefonía, la
informática...). Se estudia a fondo a los usuarios de ese mundo y se
identifican sus necesidades reales. Qué servicios tienen y cuáles no,
cómo acceden a los productos que se les ofrecen, cuánto les cuestan,
cómo se les penaliza... Pero, sobre todo, qué les gustaría tener.
2.
Se investiga después cómo la tecnología puede suplir las carencias
detectadas, tanto en la parte de la oferta del producto mismo como en la
forma de consumirlo una vez adquirido. En resumen, se trata de acercar
la oferta al usuario, y permitirle después consumir el producto de forma
inmediata.
3.
Para ello, se trabaja en dos frentes distintos: un «mercado virtual»,
accesible desde cualquier lugar, donde encontrar fácilmente los
productos (ya sea música, vídeo, libros o aplicaciones); y un
dispositivo especialmente diseñado para acceder y consumir esos
productos «in situ» (ya sea un iPod, un iPhone o un iPad).
4.
El conjunto (software + hardware) ha de ser capaz de responder a los
siguientes supuestos: El sistema tiene que ser fiable y sencillo de
utilizar, debe dar al usuario la libertad de usarlo en cualquier momento
y en cualquier lugar y permitirle tanto acceder a la oferta como
consumir el producto allá donde se encuentre.
5.
Los dispositivos (el hardware), estarán cuidados hasta el mínimo
detalle, tanto en su estética como en su forma de uso. Y dado que no
existe este concepto en el mercado, será necesario diseñar esos
dispositivos desde cero y sin basarse en ningún producto preexistente.
El legado del genio
Fue
así, aplicando este modelo, como las fortalezas de la música, la
telefonía y la informática fueron derrumbándose una tras otra. El
software llegó en forma de un sistema operativo extremadamente novedoso y
potente (el iOS en sus diferentes versiones) y de la tienda de música,
libros, vídeo y aplicaciones iTunes. Y el hardware para acceder a todo ese mundo de contenidos se ha ido desgranando poco a poco,
desde los primeros Mac e iPod a los iPhone y, últimamente, al iPad.
Todos ellos éxitos arrolladores de ventas. Todos ellos inaugurando una
nueva forma de dirigirse al mercado.
Para
el futuro, a corto y a medio plazo, Steve Jobs preparaba ya los pasos
siguientes. Y, a pesar del histórico secretismo de la compañía, se sabe
que Apple ha comprado recientemente empresas especializadas en imagen
holográfica y en 3D, que ha patentado tecnologías de láser y pantallas
capaces de proyectar hologramas... que se ha interesado sobremanera en
compañías de nanotecnología... Es decir, que la siguiente (o las
siguientes) genialidades de Jobs estaban ya en marcha y cociéndose (o a
punto de cocerse) en los hornos de Cupertino.
Tim sin Steve
La
gran pregunta, ahora, es la siguiente: Podrá Apple seguir el camino
trazado por Jobs, sin Jobs? Será capaz Tim Cook de superar las
dificultades que entraña abordar algo completamente nuevo y sacarlo
adelante con éxito, tal y como hizo su predecesor?
Los
analistas creen que, por lo menos durante unos años, Apple podrá seguir
viviendo «de las rentas» de Jobs y de sus ideas. Y que posiblemente
logre poner en el mercado con éxito aquellas que Jobs dejó más
avanzadas. El problema podría llegar cuando esas «reservas» de
genialidad se agoten.
Huelga decir que, en los últimos años, las grandes firmas tecnológicas (Google, Microsoft, Samsung, HTC, Sony, Motorola, LG, etc.) han aprendido muy bien la lección, y están más que preparadas para asumir los próximos retos. Y, por supuesto, para tomarse su tan ansiada revancha.
Pero lo que ninguna de ellas podrá hacer, incluso si Apple fuera
finalmente derrotada para siempre, es dar ni un solo paso atrás con
respecto a los usuarios. Gracias a Jobs, ellos se han convertido en el
auténtico centro alrededor del que la tecnología se construye y se
desarrolla. Y así tendrá que seguir siendo en el futuro. Ese es, y será
ya por siempre, su legado.
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