[Valid Atom 1.0]

sábado, 11 de setembro de 2010

'Si quieren quemarlo que lo quemen, el Corán se lleva en el corazón'


Vídeo: Carlos Fresneda

  • Se ha olvidado que muchos musulmanes trabajaban en las torres gemelas
  • 'Quien considera el Islam como una religión de guerra es que no la conoce'

Cientos de fieles acuden al Centro Islámico de Nueva York, sito en la calle 96 esquina con la Tercera Avenida. La mezquita centellea bajo la luz de la mañana. Los rezos son el único sonido que brota de los altavoces. Jonathan Tasini, candidato demócrata al Congreso de Nueva York, reparte publicidad de su candidatura a la puerta. Se vende como el campeón de la libertad religiosa.

Entre tanto, y a la espera de que el predicador Jones carbonice o no coranes, José Yusuf Verdejo, un hispano del Bronx de 34 años, convertido al islam en 1998, comenta que si quiere "quemarlos, que los queme, son sólo papeles, y el Corán lo llevamos aquí". Remata la frase señalando su pecho.

Aclara también que aunque ahora vive en Nueva Jersey frecuenta esta mezquita "porque es la primera en la que estuve, y hay gente de todas partes, está bien mezclada, y aquí saludo a todo el mundo y todos me tratan con amabilidad".

Nada que ver con aquellos templos que, formados por comunidades más cerradas, contemplan con recelo al visitante. Estamos en el centro del corazón religioso islámico del norte de Manhattan. Hombres y niños, jóvenes con americana, otros con pañuelos y trajes tradicionales, recitan bajo la música de los versos sagrados. Un par de policías se asegura de que ningún exaltado perturbe la ceremonia. En realidad, la mezquita, unos metros más allá de su entrada, ya no existe, se diluye en el fervor de la ciudad como todo lo que en ella palpita.

Reconoce José/Yusuf que "hay que gente ve desde fuera el islam como una religión de guerra". Pero eso es lo que creen porque no lo conocen", afirma. "Los musulmanes rezamos cinco veces al día para estar en paz con nosotros mismos y en paz con el exterior... El islam es una religión de paz".

Exterior del Centro Islámico. I C. Fresneda

Exterior del Centro Islámico. I C. Fresneda

No cree el hispano musulmán que acaben triunfando los enemigos de la mezquita en la Zona Cero. Para él, América reproduce el mismo comportamiento una y mil veces, el rechazo al que viene de fuera. Los primeros en sufrirlo fueron los irlandeses, después los italianos, los judíos, los puertorriqueños, los africanos, ahora los mexicanos, guatemaltecos, hondureños, etc., y por supuesto los musulmanes. En unas horas acudirá al Word Trade Center. Participará en una concentración a favor de la construcción de la mezquita.

En unas horas acudirá al Word Trade Center. Participará en una concentración a favor de la construcción de la mezquita. "Mucha gente olvida, o ni siquiera sabe, que poco antes de 2001 existieron planes para crear una mezquita en el interior de las Torres Gemelas. Algo normal, dada la cantidad de musulmanes que trabajaban en ellas. No se construyó por un problema de fondos".

Durante años el número real de musulmanes en Estados Unidos ha sido objeto de calientes polémicas. La cifra usual, unos 6 millones, fue rebajada hasta en dos tercios por diversos estudios. Tampoco existe consenso respecto a cuantos musulmanes residen en Nueva York. ¿600.000? Quizá. Sea como sea, y mientras la polémica achicharra titulares, Anne Barnard, del New York Times, escribía el pasado 13 de agosto sobre dos mezquitas presentes en el Downtown de Manhattan desde 1970 y 1985. Sin problemas. Sin protestas. Sin que ningún vecino haya confundido hasta ahora creyentes y terroristas, religión y bombas.

A espaldas de José las mujeres que acuden a rezar son invitadas a dirigirse a otra zona. La segregación parece estricta. "La mujer es la parte más importante de nuestra religión", explica, "Si en muchos países existe una discriminación contra ella es resultado de sus culturas, pero no del islam. En realidad es a los hombres a quienes separan de las mujeres. Somos débiles". Consciente de que se trata de un semillero de votos, Tasini sigue con su campaña. Reparte besos y pasquines. La luz es amarilla, cremosa y dulce ahora que el verano pierde aliento.

En torno a la mezquita la gente bebé café, sale y entra del metro, compra el periódico, fuma o discute. Los creyentes cierran los ojos, descalzos, se saludan con tres besos rituales, meditan, ofrecen propinas y, en general, ignoran a los que quisieran expulsarlos de la ciudad. Como si Nueva York no fuera, entre otros muchos, ellos.



๑۩۞۩๑๑۩۞۩๑๑۩۞۩๑๑۩۞۩๑๑۩۞۩๑


LAST

Sphere: Related Content
26/10/2008 free counters

Nenhum comentário: