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quinta-feira, 14 de janeiro de 2010

Lula: "Nada hará que desvíe un milímetro a Brasil"


El presidente se defiende de las críticas por su polémico programa de derechos humanos en un año electoral

JUAN ARIAS - Río de Janeiro - 14/01/2010


El presidente de Brasil, Luiz Inácio Lula da Silva, ha sacado pecho. Y ha salido al paso de la instrumentación que la oposición pueda hacer en un año electoral del error cometido con el Programa Nacional de Derechos Humanos. Ante las acusaciones de haber presentado un documento que contradice la línea moderada de sus siete años de Gobierno, por percibir en él tintes de la política bolivariana de Venezuela, el mandatario ha sido explícito: "Nada hará que yo pierda el sentido común y que desvíe un milímetro al país del camino en el que estamos hoy".


Y, para demostrarlo, parece que ya ha decidido que el polémico texto del proyecto deje de ser un programa de Gobierno para convertirse simplemente en un texto que recoja las diferentes tendencias de las instituciones sociales del país, sin comprometer así la actual línea de su Gobierno.

Los analistas políticos están convencidos de que Lula, acostumbrado a mediar en conflictos internos de su Ejecutivo, en el que conviven 13 partidos diferentes —desde la izquierda comunista del PCdB hasta la derecha del Partido del Movimiento Democrático Brasileño (PMDB)—, sabrá usar su fino malabarismo de mediador para resolver el conflicto.

Durante sus siete años de Gobierno, Lula ha desarrollado una política económica de corte neoliberal, con apertura a los capitales extranjeros, que, junto a una fuerte política social, consiguió frenar la inflación y mantuvo firme el cambio, lo que ha permitido a Brasil atravesar casi indemne la crisis económica mundial. Un estudio oficial revelaba ayer que, si la pobreza continúa disminuyendo en Brasil al ritmo de estos años, para 2016 el país habrá alcanzado los índices del Primer Mundo; es decir, un 4%.

El presidente también defendió siempre todas las instituciones democráticas e incluso se negó a reformar la Constitución para poder optar a un tercer mandato, alegando que la alternacia política es lo mejor para el país.

En lo que parece que Lula no está dispuesto a ceder es en la necesidad de que el Estado pueda contar con medios de información que garanticen el respeto a los derechos humanos y que puedan ser castigados los que no se adapten a dicho criterio, algo que está siendo considerado como un intento de tutela de la información por parte del Estado y, por tanto, una medida contradictoria con la libertad de expresión.

Sin embargo, el tema más polémico continúa siendo el de la posibilidad de revisar la ley de amnistía para que puedan ser procesados los torturadores del tiempo de la dictadura, tanto militares como civiles.

La candidata ecologista del Partido Verde (PV) Marina Silva ha pedido que siga en pie la creación de una Comisión de la Verdad que investigue los años negros de la dictadura. "La verdad es liberadora y es necesario saber lo que ocurrió sin revanchismos. Todos los países lo han hecho", afirma Silva.

Las elecciones presidenciales, a finales de este año, están a las puertas. Serán las primeras sin la candidatura de Lula en los últimos 20 años. Y los ecos de la polémica sobre el malhadado Programa Nacional de Derechos Humanos no dejarán de hacerse oír en los debates tanto del Gobierno como de la oposición. Especialmente de esta última, que deberá explicar a los brasileños qué tipo de política quiere para Brasil después de la era dorada de Lula.




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