Nueva York. (EFE).- Cuatro cascadas gigantes construidas por el artista danés Olafur Eliasson trasladan desde hoy el espectáculo de las famosas cataratas del Niágara, en el norte del estado de Nueva York, a las aguas del East River, en Manhattan.
Las tranquilas aguas del East River que bañan la costa oriental de la Gran Manzana se han convertido desde hoy y hasta el 13 de octubre en un peculiar escenario gracias a una monumental y multimillonaria obra de ingeniería construida para el disfrute de neoyorquinos y turistas.
Se trata de cuatro estructuras gigantes de hierro, de casi 40 metros de altura, obra de Eliasson y con las que la Gran Manzana se convierte de nuevo en el escenario de un proyecto artístico público de gran envergadura.
Un sistema hidráulico se encarga de bombear con energía eléctrica generada por fuentes renovables el agua del río hasta la cima de las cuatro estructuras para dejar caer unos 160.000 litros de agua por minuto.
Las cataratas de Elliasson se pueden contemplar en cuatro puntos emblemáticos de las costas de Nueva York, como en el puerto de Brooklyn, cerca del famoso puente, así como entre sus embarcaderos 4 y 5, en el muelle 35 del Bajo Manhattan y en la pequeña isla del Gobernador, frente al sur de Manhattan.
A ellas se llega, además de por barco, a pie, en bicicleta o en automóvil, y hasta se ha puesto a disposición del público un transbordador que de forma gratuita hace excursiones de media hora hasta esas otras cataratas neoyorquinas.
El proyecto de "Las Cataratas" recuerda al exitoso "Las Puertas", por el que se erigieron 7.503 marcos de puertas de color anaranjado, de los que colgaban telas de color azafrán, que hace tres años se habilitaron por los caminos de Central Park, el gran pulmón verde neoyorquino.
El matrimonio de los artistas Christo y Jeanne-Claude experimentaron así con una iniciativa que solo duró 16 días, pero que se convirtió en todo un fenómeno en cuanto a número de visitantes y negocio generado.
Los hoteles con vistas al parque aprovecharon para ofrecer entonces paquetes especiales, que llamaron "Las Puertas", mientras que algunos restaurantes crearon nuevos platos con azafrán, y ahora algunos ya ofrecen excursiones en torno a esas espectaculares cascadas que se iluminan de noche.
Se prevé que esta iniciativa reporte a las arcas neoyorquinas durante los tres meses que dure más de 50 millones de dólares (unos 31,7 millones de euros), según datos de las autoridades de la ciudad.
Para poner en marcha "Las cataratas de Nueva York" han colaborado el Ayuntamiento de la ciudad y la fundación de Arte Público, que coopera con las autoridades neoyorquinas desde 1977.
Para la presidenta de esa fundación, Susan Freedman, este monumental proyecto es el ejemplo del compromiso de esa innovadora organización "con artistas que estiran los límites del arte público y de las formas que puede adquirir".
"El arte público de gran escala es lo que hace de Nueva York el centro cultural del mundo. Anima a los neoyorquinos y a los visitantes de todo el mundo a vivir una experiencia que sólo ocurre una vez en la vida", dijo el alcalde de la ciudad, Michael Bloomberg, al presentar el proyecto.
Agregó que estas cataratas de Manhattan son un "nuevo capítulo en el gran legado cultural" de la ciudad, esta vez de la mano de uno de los grandes artistas europeos contemporáneos.
De padres islandeses, Olafur Eliasson nació en Copenhague en 1967, aunque vive en Berlín, desde donde da a conocer sus obras, que, normalmente, usan elementos de la naturaleza para evocar experiencias sensoriales. Su obra fue objeto el pasado abril de una retrospectiva del Museo de Arte Moderno (MoMA) de Nueva York.
"Al desarrollar las cataratas de Nueva York he intentado trabajar con una noción tan compleja como la de los espacios públicos", dijo el artista mediante un comunicado de prensa.
Eliasson considera que sus gigantescas cascadas aparecen "en medio de un denso tejido político, social y ambiental en el corazón de la ciudad de Nueva York", y que además pueden dar a la gente "la posibilidad de reconsiderar su relación con estos alrededores espectaculares". "Espero que evoquen experiencias individuales y refuercen el sentido de la colectividad", agregó el danés.
Una vez que el verano concluya y el 14 de octubre comiencen a retirarse las estructuras de hierro, éstas se reciclarán y se volverán a usar en futuros proyectos.
El responsable de la conservación del East River, Alex Matthiessen, consideró el proyecto "como un modelo de diseño ecológico, que además protege el hábitat acuático" del área.
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