El autor de 'Yolanda' y 'El breve espacio en que no estás', figura fundamental en la historia de la canción latinoamericana, regresa a Córdoba para revisar en el Teatro de la Axerquía una vida dedicada a la música
Alfredo Asensi / Córdoba | Actualizado 08.07.2011 --Después de tantos conciertos y con una trayectoria tan dilatada, ¿cómo afronta cada nueva experiencia de subirse al escenario?
-Los cantores somos trabajadores, y más los trovadores que otro tipo de cantor: tenemos una tradición de siglos yendo por los pueblos para pregonar nuestro trabajo, opinar sobre lo que pasa en el mundo, en la política, en lo social... Yo he asumido esa tradición histórica de una forma muy seria. Voy por los pueblos cantando; ese es mi oficio y lo hago con gratitud hacia el público que me escucha y que muestra un amor hacia mí. Soy un pregonero y es bueno ver que la gente te escucha y que se establece una comunicación entre tu lenguaje o tu mensaje y sus inquietudes y eso genera un resultado muy bello y favorable. Uno no se puede arrepentir nunca de esto.
-En el concierto habrá canciones nuevas y una amplia selección de las antiguas. ¿Cómo se llevan entre sí piezas que, siendo hermanas, han surgido en tiempos y circunstancias tan distintos?
-Voy a tocar mi último disco, Regalo, con todo el grupo. Vengo haciendo una gira con sólo dos músicos, pero en esta ocasión traigo a toda la banda, en especial para Córdoba. Voy a mostrar muchas cosas nuevas y una serie de canciones que he arreglado y que creo que a la gente le va a atraer. Respecto a cómo se llevan las canciones, hay sonoridades y muchos matices de orquestación que las unen. Yo puedo cantar temas barrocos, jazzísticos o baladas actuales y darle a todo una unidad con un soporte musical basado en el aire, la armonía y la sonoridad. Ese es el trabajo que debemos hacer los músicos.
-Usted tiene un público asentado y fiel desde hace décadas. ¿Cómo valora el impacto de su música en los jóvenes?
-Realmente estoy sorprendido. Yo no pensé, cuando tenía 40 años y ya llevaba mucho tiempo en la música, que a los 68 seguiría convocando a un público y que éste estaría formado por abuelos, padres y nietos. Eso es lo que yo veo en la función, y me parece sorprendente. Y muchos jóvenes me dicen que me conocieron a través de sus madres o sus abuelas. Es maravilloso que esas tradiciones orales y ese boca a boca se manifiesten todavía, en un mundo tan tecnológico. En las actuaciones vivo momentos muy emocionantes cuando, por ejemplo, una pareja me dice que su hijo nació porque ellos estuvieron en un recital mío y se enamoraron, o alguna canción les inspiró... Esas cosas son maravillosas.
-¿Un artista como usted llega a tener conciencia de su influencia en las vidas de tantas personas?
-Creo que sí, y en función de eso trabajamos. No todo puede ser fantasía y ficción. Yo tengo los pies en la tierra y soy incapaz de manifestar un enunciado sin que tenga una repercusión humana, una influencia en la gente que sea reconocible.
-¿Qué huella queda de la Nueva Trova en la música cubana?
-El caso de la Nueva Trova se puede comparar con los grandes géneros que se han producido en la música. Cuba ha sido una fabricante a través de los siglos de géneros que se conocen en el mundo entero. La Nueva Trova llegó como uno más. No debe necesariamente tener ahora una participación activa espectacular ni destacable: forma parte del acervo musical de los cubanos. Una generación que, por otra parte, fue muy amplia: la Trova no se queda en Silvio -Rodríguez- y Pablo, sino que hay muchísimos más, todavía reconocibles. Y siguen surgiendo artistas en esta línea de hacer la poesía y trabajar la canción de forma elaborada. Esa manera de trabajar es reconocida absolutamente todavía.
-¿Tiene en mente un nuevo regalo discográfico?
-Ahora estoy haciendo giras y cuando termine en España iré a Estados Unidos en lo que para mí es una ocasión histórica, porque voy a Miami a cantar a los cubanos. Actuaré también en Nueva York, Boston, Washington, Chicago, San Francisco, Los Ángeles... Esta gira es muy importante y me va a llevar un tiempo allá. El año que viene me pondré con un disco con nuevas canciones.
-Últimamente los artistas cubanos están teniendo más presencia en Estados Unidos...
-Sí, cómo no, con el gobierno de Obama ha habido más apertura en este sentido, más intercambio cultural.
-¿Y España qué supone para Pablo Milanés?
-España y México son los dos países que me dieron a conocer en el mundo entero y se lo agradezco profundamente. Todavía puedo venir aquí dos o tres veces al año y sentirme como en casa.
-¿Cómo era aquel joven Pablo que en los años 60 daba sus primeros pasos con una guitarra?
-Éramos muy impetuosos, con ganas de cantar y de mostrar lo que sentíamos. Nos trajo problemas y alegrías; eso siempre pasa en la juventud. No me arrepiento de nada de lo que hice. Lo mejor de todo es que uno logró imponer sus criterios y lo que pensaba estéticamente, musicalmente e ideológicamente. Ese resultado fue hermoso.
-¿Y cómo ve hoy el mundo?
-El mundo es un caos. Los gobiernos son desgobiernos. Los políticos destruyen lo que se puede construir. El ser humano debe ir hacia la confianza en sí mismo, salir a la calle y decir: confío en ti nada más y basta ya de injusticias y corrupciones.
-¿Recuerda su última actuación en el Teatro de la Axerquía, en 1993 y también en el marco de este festival?
-Cómo no, claro que la recuerdo. Y muchos años antes yo ya iba a Córdoba y tenía una relación muy especial con el público cordobés que espero ratificar ahora. Creo que forma parte de la idiosincrasia del cordobés el hecho de ser muy musical. Es un público atento y culto a la hora de escuchar.
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