Este viernes aterriza en las tiendas españolas (unos días antes que en EEUU) la esperada Polaroid PoGo, la mini-impresora portátil que promete ocupar el vacío de las cámaras de revelado instantáneo de la casa americana. Hemos probado una de las primeras unidades antes de que lleguen a las estanterías y lo único que podemos decir es que se las van a quitar de las manos. La PoGo (abreviatura de "Polaroid-On-the-Go") es pequeña, liviana, rápida y, sobre todo, sencilla de usar.
Sus 227 gramos de peso se cotizarán a 129 € (IVA incluido) a los que habrá que añadir los 4 € del papel (paquete de 10 hojas) o 9 € el pack de 30 sabanillas auto-adhesivas e indelebles. Quizá sea el precio del consumible (0,30 € por foto) su principal handicap a largo plazo. Pero a corto, el papel y su tecnología de cristales tintados ZINK (zero-Ink) por activación térmica serán la principal baza de cara a los consumidores.
Eso, y poder llevar por primera vez una impresora portátil (y sin tinta) en el bolsillo, claro está.
Por ese precio tampoco hay que esperar milagros en cuanto a calidad fotográfica. Cualquier profesional escupiría (aunque sea más que suficiente) sobre la definición que alcanza la impresión de 5 X 7,5 cm., al igual que los fotógrafos siempre han esputado sobre las finadas cámaras instantáneas de Polaroid. Pero no van por ahí los tiros. El objetivo primigenio y actual es imprimir y compartir las fotos allí donde te encuentres, con la facilidad que da la conexión bluetooh y en apenas 60 segundos, que es lo que tarda la foto digital en convertirse inmortal, pues no se emborronan, son resistentes al agua y "prácticamente irrompibles".
Además, cualquiera puede imprimir desde su teléfono, no hace falta ser el dueño de la PoGo. Para conectar vía inalámbrica con la impresora sólo hay que utilizar la contraseña 6-0-0-0 (vaya, se nos ha escapado). Aventuramos una divertida ola de impresiones piratas gracias a este hecho.
Capítulo a parte merece la batería de iones de litio, diminuta en tamaño y en prestaciones, pues con una carga apenas se pueden imprimir 15 fotos del tirón. Aunque siempre se puede llevar una segunda batería y hacer 30, por si nos toca una boda o una comunión. No nos hubiese importado que la PoGo llegara al cuarto y mitad en vez de los 227 gr. de peso, siempre que tuviera más autonomía en ataques localizados de impresión.
También resulta improcedente el tamaño del cargador, casi tan grande (y más ancho) como la propia impresora en si. Menos mal que siempre se quedará en casa o en la maleta por armatoste. Son detalles sin importancia, pero que llaman la atención cuando casi el 80% del packaging está dedicado a envolver un elemento a todas luces incongruente con el espíritu diminuto de la PoGo.
Sin embargo, estas pequeñas sombras que proyectan el tamaño de las baterías no empañan ni un ápice el funcionamiento intrínseco de la nueva perla de Polaroid. Rápida, sencilla, divertida y con ese ronroneo encantador de las viejas cámaras instantáneas a la hora de expulsar sus fotos. Han tardado 60 años en evolucionar; pero es que los buenos pucheros se cocinan a fuego muy lento
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