El cuerpo en ningún caso puede ser tratado como una mercancía | Nadie puede prohibir a una persona desprenderse de una parte de su cuerpo | En los anuncios publicados en España los donantes piden hasta 120.000 euros
Necesidad, desconocimiento, ansias de protagonismo, desapego al cuerpo, negocio clandestino. Cualquiera de esos motivos puede aflorar cuando se indaga en el origen de un anuncio de venta de riñones. Esas ofertas a cambio de dinero corren desde hace años por la red, pero sólo cobran notoriedad cuando alguna se convierte en noticia. Acaba de pasar con el anuncio colgado en internet por un ciudadano de Sevilla, al que ya investiga la fiscalía.
Irán permite el comercio local para ahorrar
El debate abierto en algunos países sobre la conveniencia o no de permitir el comercio de órganos tiene un trasfondo más económico que social. En el caso de Irán, como indica el nefrólogo del hospital Clínic David Paredes, se permite la venta en vida siempre que donante y receptor sean del país. Cuanta más gente haya operada, menos gasto habrá en diálisis. En Europa se descartan iniciativas como esta, ya que acabarían con la solidaridad que tanto ha costado inculcar a los ciudadanos para incrementar el número de donantes. Si se abriera un mercado, mucha gente se borraría como donante al convertirse esa solidaridad en un negocio, augura Rafael Matesanz. Y además el riñón es el único órgano posible en ese comercio, ya que nadie se dejaría amputar el corazón o el pulmón.
La proliferación de anuncios como el colgado en la red por ese vecino de Sevilla crea la sensación de que el negocio de la compraventa de riñones funciona e induce a imaginar la existencia de quirófanos clandestinos preparados para realizar esas intervenciones. Nada más lejos de la realidad, al menos en España.
Rafael Matesanz, coordinador de la Organización Nacional de Trasplantes (ONT), asegura que la práctica totalidad de esas ofertas colgadas en internet no pasarán nunca de ser meros anuncios. "Aquí resulta prácticamente imposible encontrar a nadie dispuesto a hacer estas extracciones y sería muy raro que esos donantes lleguen a ser captados por redes del extranjero, ya que el precio de venta de sus riñones es desorbitado si se compara con lo que se paga en los pocos países permisivos con esas operaciones o en los que existe un mercado clandestino de órganos", indica Matesanz.
Las noticias sobre estos anuncios y el tratamiento sensacionalista de esos casos "cazados" en la red sólo contribuyen, si se hace caso de la opinión de esta autoridad médica en trasplantes, a crear una alarma por algo que en España rarísimas veces pasa de ser una oferta.
Otra cosa es el debate propiciado por ese incesante goteo de ofertas de venta de órganos en vida. Algunos psicoanalistas consideran que el incremento de este tipo de anuncios responde a una nueva tendencia, en la que el cuerpo es concebido como una mercancía. Otros defienden que cada uno puede hacer lo que quiera con su cuerpo y que ninguna ley puede prohibir a una persona a desprenderse, bien sea por dinero o de forma altruista, de una parte de su cuerpo.
"La mayoría de las personas que hacen esos anuncios desconocen cómo funciona todo esto. No pasan de ser unos amateurs", añade Rafael Matesanz. Eso no quita que detrás de alguno de esos anuncios pueda esconderse un intermediario, una persona que se hace pasar por donante para encontrar a personas dispuestas a pagar por un riñón. Es la mejor manera para establecer contacto con los enfermos y animarles a viajar a países como Pakistán, Filipinas, India o China, donde se practican operaciones previo acuerdo económico. Ahí se puede encontrar un riñón por mil o dos mil euros, cuando en los anuncios publicados en España los donantes piden hasta 120.000 euros. "La diferencia de precio es tan alta que resulta impensable que una mafia compre aquí uno de estos órganos, que encuentran mucho más baratos en esos países", asegura Matensanz.
Pese a las pocas probabilidades de abrir en España un mercado ilegal de órganos, el presidente de la ONT califica de muy buena noticia la propuesta de tipificar como delito la publicidad y comercio de órganos. Matesanz opina que poner coto a esos anuncios es acabar con la errónea impresión de que esas operaciones al margen de la ley son viables. Y eso anima a muchas personas - ahora que se sabe que se puede vivir con un solo riñón - a colgar anuncios en la red sin ser conscientes de la complejidad que entraña este tipo de operaciones. También se ha detectado que muchos anuncios se hacen como medida de presión y sus autores -que nunca dejarían que les extirparan un riñón- sólo buscan ser el centro de la atención para que se solucionen sus problemas.
David Paredes Zapata, coordinador de trasplantes del hospital Clínic, puede comprender que un enfermo que espera un riñón agote todos los recursos para encontrar ese órgano, si su vida depende de ello, y ahí entraría la posibilidad de comprarlo. "Lo más grave de estas desesperadas situaciones -recalca Paredes- es cuando entra en juego la figura del intermediario. Esa persona que cobra una cantidad desorbitada al receptor y da una miseria al donante para enriquecerse él". Aunque admite que plantear este veto resulta más fácil en sociedades del bienestar - donde muchos enfermos reciben el órgano que necesitan-que en sociedades con muy pocos recursos.
Josep Maria Peri, psicólogo del Clínic, afirma, por su parte, que entre la alegría con la que se cuelgan esos anuncios y la realidad vivida por donantes y receptores que se someten a estas intervenciones "hay un mundo". Estas operaciones requieren equipamientos y mucha preparación, y antes de dar el paso hay que asegurarse de que la persona que dona - en el 90% de los casos es un familiar del enfermo-no ha sido víctima de ninguna presión. Sphere: Related Content
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